Read with BonusRead with Bonus

CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y CINCO

LUCIAN

Llevé dos barras de chocolate esa mañana. Una para Ezra. Otra por si acaso.

Incluso me tomé el tiempo de robar unos calcetines del cajón inferior de papá—del tipo suave que usaba cuando estaba en casa, leyendo junto al fuego con una copa de vino. Pensé que Ezra podría necesitar algo cálido....