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CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y TRES

ASHLEY

El aroma de sándalo y vainilla impregnaba el aire, cálido y constante mientras la luz vespertina se filtraba por las ventanas frontales de mi tienda. Mochii estaba posada en su lugar habitual junto al mostrador, moviendo la cola con precisión aburrida, juzgando a los clientes como una pequeñ...