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CAPÍTULO CIENTO CINCUENTA Y UNO

ASHLEY

Me desperté con el olor a calidez.

Se aferraba al aire como un recuerdo suave—sándalo, leves rastros de lavanda, y algo dulce y salado que llegaba desde otra habitación. Por un momento, no abrí los ojos. Simplemente me quedé ahí, envuelta en los restos de la noche anterior.

Mis músculos do...