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CAPÍTULO CIENTO CUARENTA Y UNO

KYLE

Hay un momento, justo antes de que la avalancha golpee, en que todo se queda quieto.

Sin alarmas. Sin gritos. Solo una especie de conocimiento silencioso. Un aliento contenido en la garganta del mundo.

Estábamos en la casa segura cuando sucedió.

Nadie habló. Ni siquiera Jack. Simplemente gi...