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CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y CUATRO

ASHLEY

Miré hacia arriba y vi a Kyle de pie allí.

No había dicho una palabra. Parecía que había estado allí un rato—con las manos en los bolsillos, la mandíbula apretada, los ojos fijos no en mí, sino en el suelo como si no quisiera presionar.

Se veía tan malditamente cansado.

Había ojeras bajo ...