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CAPÍTULO CIENTO TREINTA Y TRES

ASHLEY

Me desperté en silencio. Ese tipo de silencio que presiona contra tu piel, espeso y antinatural, como una manta pesada sobre tu alma.

Por unos segundos, ni siquiera recordé dónde estaba.

Había luz del sol filtrándose a través de las cortinas vaporosas de mi dormitorio. El leve zumbido de u...