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Capítulo 126: Sangre, dolor y traición

Las luces fluorescentes quemaban mis ojos mientras el personal del hospital se agolpaba a mi alrededor.

Cada sacudida de la camilla enviaba oleadas de agonía a través de mi brazo roto, pero ni siquiera eso podía competir con el tormento ardiente de mi muñeca, donde el carmesí había devorado casi po...