




7- El recuerdo de la otra
Alessandro Zanetti.
— Te ves mejor,pero no es para tanto,todavía faltan cosas que mejorar en tí— Añadí con frialdad mientras la miraba.
En ese instante su mirada me acariciaba,no emití palabra alguna, solo la contemplé.
Mis pensamientos eran turbulentos.La belleza y dulzura de Fiorella contrastaba fuertemente con la tormenta emocional que había estado atravesando debido a la traición de Diana.
Había pasado días lidiando con el dolor de saber que la otra había cometido una infidelidad;pero en ese instante, observando a mi Luna, una extraña serenidad me invadió.
La vida me recordaba que incluso después de las noches más oscuras, siempre hay un amanecer. Y esa luz llegó en la forma de Fiorella.
— Esposo,te hice una pregunta—. Recalcó Fiorella.
— Perdón, pensaba en todos mis asuntos pendientes. Te llevaré a casa— respondí mecánicamente, tratando de desvincularme de mis cavilaciones.
No podía permitir que Fiorella pensara que me sentía atraído por ella;
mi orgullo no me permitía rebajarme a pedir perdón a mi Luna.
La mirada de Fiorella,inquisitiva, me hizo sentir culpable.
—¿Ya no estás enojado por lo del jardín. —preguntó, con ese tono de voz que siempre me hacía sentir que yo era un ogro.
El jardín,había sido una fuente de conflictos entre Fiorella y yo;Diana nunca sintió la necesidad de cultivar algo, para ella las plantas eran solo decorativos, sin valor sentimental. Pero Fiorella... Ella creía que mi enojo era por defender las rosas que Diana había sembrado.
— Espero que a partir de ahora no hagas nada sin consultarme, ¿entiendes eso? — Me acerqué un poco más a ella.
Toqué su rostro y sentí que tenía fiebre. Gracias a Dios, no era grave, pero al menos indicaba que necesitaba cuidado.
Mi mundo interno se derritió ante su vulnerabilidad.
—¿Te sientes bien. —le pregunté preocupado, olvidando por un momento mis propios dilemas.
— Algo acalorada;pero no se preocupe,más bien sigamos hablando en buen plan,¿le parece bien?— Me instó, mientras esperaba mi aprobación.
Me sonreía de una manera que iluminaba todo a su alrededor.
Esa sonrisa era el bálsamo que necesitaba mi corazón herido. En momentos como éste, comprendí lo que realmente significaba tener a alguien en quien confiar, alguien que viera más allá de las capas de dolor que había construido.
— ¿Quieres que vayamos a dar un paseo. — propuse de repente.
La idea de caminar juntos, lejos de los problemas del día a día, me parecía como un refugio donde podríamos simplemente ser nosotros mismos.
Ella asintió, su expresión repleta de alegría contenida. Así que nos encontramos caminando juntos.
Conversamos sobre nuestras labores diarias, los pequeños sueños que cada uno albergaba.
— Puedo trabajar en tu empresa,no quiero ser un parásito,aunque sea de recepcionista.
— Eres mi esposa por ahora ese será tu trabajo,luego de que me des un hijo yo te daré mucho dinero y serás libre.
Su mirada tierna me sacaba de contexto,no deseaba apegarme mucho a ella.
— Llegado el momento ya veremos si no te enamoras de mí,querido Alfa.
Desde mi perspectiva, cada palabra de ella era un dardo clavado a mi orgullo.
— Mejor hablemos de otra cosa— .Susurré en voz apenas audible.
— Tienes razón,no quiero que se dañe este nuevo comienzo entre nosotros. — Me ofreció una sonrisa.
En esos momentos,bajé la guardia y muchas de mis preocupaciones comenzaron a desvanecerse.
— Ya debemos entrar a la casa,¿cómo te sientes?
— Me duele tanto la cabeza que apenas puedo mantener los ojos cerrados.
Le toque la frente, la fiebre había subido y un ligero temblor recorría su cuerpo.
Ella insistió en que no quería ir a su habitación y de manera espontánea la cargué en mis brazos.
Me miró con expresión de sorpresa y me preguntó:
— Ya tengo tu perdón por haber destruido el recuerdo de Diana.
—No entiendo de qué me hablas.
Fiorella se mostraba feliz mientras subía las escaleras con ella en mis brazos.
— Tu enojo fue por qué esas flores las sembró mi hermana.
— ¿ Por qué dice que ese jardín era un recuerdo de tu hermana? ,¿Cómo es que piensa que dejaría algo relacionado con esa mujer que me traicionó?,Aunque….
La miré fijamente,no quería herirla con palabras fuertes.
—¿ Aunque qué ?
—Tú me la recuerdas a diario.
La cara de ella se tornó más roja,ya habíamos llegado a la puerta de su alcoba y la bajé.
—Mi hermana es una cosa y yo soy otra diferente.
Guardé silencio por un momento antes de explicar:
— Ya cambiemos de tema y no me mires de ese modo.
Ella se veía débil casi a punto de desmayarse,había sudado tanto que la blusa se le pegó al cuerpo,dejando ver con claridad sus redondos pechos.
Me agobiaron los remordimientos y le acarició la mejilla.
—No tengo nada contra tí,mi rabia es con tu hermana.Solo no haga cosas buenas que parezcan malas.
— ¿Acepta mi disculpa sincera?, tal vez podría volver a plantar lirios como una forma de compensación.
Me miró de forma extraña y mi lobo interno se estremeció al oír su voz suave.
Sacudí la cabeza y miré a otro lado para disimular .
—Llamaré al médico de la familia.
La tome de la mano, llevándola a su cama.
Yo marcaba el número mientras ella me decía los nombres de las flores que sembraría.
— Ya has renovado el jardín de mi difunta madre,el único recuerdo que tenía de ella—.Se encogió de hombros
—no hay problema, si quieres plantar las flores que te gustan , hazlo. Tal vez sea el momento de dejar ir el pasado y mirar hacia el futuro.
Fiorella sumida en un sueño profundo y sereno. Su rostro era un retrato de la belleza, con rasgos delicados.
“Es una mujer admirable, no solo por su apariencia, sino también por su buen corazón y su carácter dulce. “
A pesar de su esplendor, había algo que me impedía acercarme a ella.
La mirada de Fiorella era profunda y llena de vida, un refugio perfecto al que cualquiera desearía escapar.
Sin embargo, mi alma seguía prisionera de un pasado que no podía ignorar. Diana había jugado con mis emociones sin piedad.
Ella había sido el centro de un torbellino de sentimientos que creí que eran reales, pero que resultaron ser una trampa.
Esa traición desgarró la confianza que yo había depositado en ella y que ahora manchaba la posibilidad de abrirme a Fiorella.
Recuerdo aquel día en que todo cambió; la tarde brillante que se tornó oscura en un instante. Diana había prometido que lo nuestro iba a ser algo especial, que nuestro amor sería eterno. Pero, como una sombra que se cierne sobre el sol, sus acciones destruyeron todo.
Sus mentiras habían dejado cicatrices profundas, y desde entonces, el amor se había transformado en desconfianza y miedo.
A pesar de que Fiorella era la manifestación de todo lo que alguna vez soñé, esos recuerdos me paralizaban.
No quería repetir el mismo error, no deseaba hacerle daño. A veces, reflexionaba sobre la naturaleza de mis deseos.
¿Era el anhelo de un heredero lo que guiaba mis impulsos, o realmente sentía algo más por Fiorella? La verdad es que, en mi corazón, había un vacío que anhelaba ser llenado.