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23- Loba herida

Fiorella Rossi.

El guardián de la entrada se mostró firme pero respetuoso. Su voz grave resonaba en mis oídos.

—Lo siento, tú eres nuestra luna y no puedes abandonar la manada, mucho menos con las crías del Alfa.

Mordí mi labio inferior y contuve el torrente de palabras que ansiaba escapar de mi...