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Contrapesos necesarios

Después de dejar a Violeta tendría que haber ido a casa, darme una ducha y dormir un poco, pero sentía ácido y rabia.

En cambio, llegué a la oficina a eso de las 6 de la mañana. Los de seguridad ni me conocían. Lo primero que hice fue prepararme un café y asomarme por la ventana a ver cómo el sol s...