Read with BonusRead with Bonus

La química perfecta

Me desperté con sus dedos recorriéndome la espalda y la columna. Sentía mi piel tibia y sedosa; no quería moverme. Hacía tanto tiempo que no me dejaban desarmada en la cama.

Las sábanas eran un chiquero. A mí no me molestaba, y a él tampoco: estaban sucias, húmedas, un desastre.

Al parecer, comer ...