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No puedes tenernos a los dos

Días habían pasado desde la ejecución. Mi culpa me aplastaba, me asfixiaba por la noche y me perseguía en cada paso durante el día. Los ojos aterrorizados de la chica me seguían a través de mis pesadillas. Su rostro, contorsionado en ese último momento de comprensión, aparecía ante mí cada vez que c...