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Revela las alas

—No te acerques más— advirtió ella, finalmente girando para enfrentarse a mí.

La visión de ella casi me hizo caer de rodillas. Su rostro estaba demacrado, los pómulos afilados contra su piel pálida. Pero fueron sus ojos los que realmente me sorprendieron—ya no eran su habitual azul, sino un extraño...