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Hacia la guarida del león

La noche había caído cuando terminé de ajustar las armas a mi cuerpo. Un daga de plata contra mi muslo, una pistola en mi cintura—cargada, esta vez—y una pequeña bolsa con suministros de emergencia. La capucha negra que Kieran me había dado colgaba pesadamente alrededor de mis hombros, lista para se...