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A la caza del licántropo

Las cámaras subterráneas no habían cambiado, pero yo sí. La última vez que estuve aquí, era apenas más que un Omega asustado. Ahora, veía estas paredes con ojos que entendían el peso de la tradición de la manada, la dureza necesaria de sus leyes. Sabía ahora, con una certeza escalofriante, que la mi...