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Capítulo 36: Nadie le hace daño

Irene acababa de terminar el desayuno con los trillizos cuando su teléfono sonó. El nombre de su abuelo iluminó la pantalla, trayendo una sonrisa inmediata a su rostro.

—Irene—la voz de Joseph llegó cálida pero decidida—, he tomado una decisión. Me voy a mudar contigo.

Su corazón saltó de alegría....