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Cap. 49:

Aquella tormenta invernal, repentinamente, había comenzado a amainar. El silencio repentino se había hecho presente, y las aves asustadas se marchaban volando. El sonido estruendoso de aquel disparo, acalló tambien los gritos eufóricos, y un lobo herido caía sobre el manto nevado que, antes prístino...