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Celos

Pasaron los minutos, las horas, los días. Uno. Dos. Setenta y dos horas desde la última vez que lo vi salir de casa como un relámpago, con la camisa mal abotonada y el corazón en otra parte. Yo, mientras tanto, recogía los restos de la cena que jamás compartimos. Apagué las velas, tiré el vino, guar...