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El baile

Esa mañana, mientras acomodaba unas cajas en la sala, mi teléfono vibró. Era Kendell.

—¿Hola? —contesté, limpiándome las manos en el pantalón.

—Te llamo para avisarte que esta noche iremos al cumpleaños del secretario de gobierno. Es una invitación importante —dijo con su tono habitual de firmeza—...