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Intentarlo

La tarde caía con lentitud sobre la ciudad, tiñendo el cielo con tonos anaranjados que se colaban por la ventana de la sala. Yo estaba recostada en el sofá, una manta cubriéndome las piernas y una taza de té humeante entre las manos. No podía evitar pensar en la noche anterior. Kendell había cumplid...