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Capítulo 97. Rendijas y balas.

Dominic Ivankov

Corremos hacia el almacén, nuestras botas hundiéndose en la nieve ensangrentada. El frío me quema los pulmones, pero no me detengo. No puedo. Cada segundo cuenta.

Al llegar, pateo la puerta oxidada. Se abre con un chirrido que me eriza la piel. El interior está oscuro, húmedo...