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Capítulo 86. Lo que no pueden romper.

Trina

Desperté con el sabor metálico de la sangre en la boca.

Mis muñecas ardían por las cuerdas que las sujetaban. Me habían colgado de los brazos, dejando que la gravedad hiciera su trabajo, estirando mis articulaciones hasta que crujieron como ramas secas. Cada latido del corazón era un zarp...