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Capítulo 84. Ella es dinamita encendida.

Izan

Nunca en mi jodida vida había conocido a alguien como ella.

Ni en los clubes clandestinos. Ni en las misiones donde las mujeres usaban su cuerpo para manipular o rogar por clemencia. Nadie. Nadie como Verónica Ferrari.

Y eso me cabreaba.

Porque mientras me reponía del golpe directo a mis pe...