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Capítulo CIENTO VEINTICINCO

Sebastián estaba en la esquina, su rostro sombrío y ensombrecido. Había sido el aliado leal de Andrés, ejecutando órdenes sin cuestionarlas. Ahora, sus ojos reflejaban una mezcla de lástima y cansancio.

Debería haberle dado una advertencia, al menos habría tenido tiempo de huir por su vida.

—L...