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Capítulo CIENTO DOCE

No era tan grande como donde ella se quedaba, pero era lo suficientemente grande.

Sus ojos miraron las flores que embellecían el área, y luego se posaron en el gran edificio que la miraba. Empezó a sentir nostalgia.

—Esta casa es enorme— exclamó Amelia, mirando asombrada.

—Mi esposa solía vivi...