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Capítulo CIENTO CINCO

Sebastián giró a la derecha y rápidamente entró en un cobertizo oscuro y tranquilo mientras esperaba que los hombres que los seguían pasaran de largo.

—Podemos escondernos aquí hasta que estemos seguros de que se han ido —jadeó.

—¿Puedes bajarme ahora? —la mujer murmuró y, cuando Sebastián la puso...