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Capítulo 108

Dos horas después, mis lágrimas se calmaron y mi rostro se secó. Estábamos sentados en el edificio de oficinas más aburrido y gris que había visto en toda mi vida. Y trabajaba en un banco.

Alguien vino y le succionó la vida y el color al edificio. No tenía sustancia alguna. Bueno, siempre y cuando ...