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Una flor para una princesa rebelde

—Danielle, cariño —le imploró por décima vez su madre—, no salgas sola, permíteme que te acompañe o que llame a tu padre para que venga a recogerte.

Ella puso los ojos en blanco y soltó un bufido.

—Mamá —respondió, harta de repetir lo mismo una y otra vez—, estaré bien.

Ese día se sentía perfecta...