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La hora de la venganza

Vladimir recargó su arma y siguió adentrándose en la residencia de los Morozov, dejando tres cadáveres a su espalda. Ellos no lo vieron venir, quizás habían pensado que no tendría los cojones suficientes para llegar hasta su casa. Sabía que no sería una tarea sencilla, pero estaba decidido a no deja...