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La invitación

A Anastasia se le escapó una risita nerviosa.

—Sí —contestó ella y puso la bolsa de compras en el suelo—, te dije que lo haría.

—Esta vez sí le pondré azúcar —dijo él, esbozando una sonrisa y guiñándole un ojo.

—Y esta vez sí lo pagaré —replicó ella, también sonriendo.

—¿Pagar? —preguntó Elliot ...