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Capítulo treinta y uno 31

Benjamín se levantó como un rayo de su asiento y, antes de que ella llegara a la puerta, la tomó de la mano.

—Tú no puedes dejarme, Dafne. Ya te he dicho que ella no es mi novia, solo la acompañé a una consulta médica.

Dafne trató de zafarse de su agarre, con rabia expresó:

—¡Suéltame! Vi cómo sa...