Capítulo 2. Brutal accidente.
POV Robert.
Me senté en mi silla, sintiendo el peso del silencio en la oficina. Mis compañeros me miraban, y sus rostros reflejaban la misma mezcla de preocupación y determinación que yo sentía. La conversación había tomado un giro inesperado, uno que nos obligaba a considerar escenarios que preferiríamos evitar.
Ivanov era un fantasma, una nube negra que se movía sin dejar rastro, y la idea de que estuviera aquí, en nuestro territorio, me llenaba de ira. Teníamos que ser cuidadosos y meticulosos, anticiparnos a cada uno de sus movimientos.
—Miren, no tenemos constancia de que Alexander Ivanov se encuentre en Estados Unidos —dijo el sargento Smith, cruzando los brazos con expresión seria—. Es probable que opere desde Rusia. Es su país natal y, sinceramente, lo debe conocer a la perfección.
Asentí, pero una sensación de inquietud me recorrió el cuerpo. Sabía que esta historia tenía más secretos y que se ocultaba algo peligroso. Me incliné hacia adelante, apoyando los codos en la mesa, y pronuncié mis palabras con convicción.
—No hay que subestimar a Ivanov —respondí con firmeza—. Es un tipo astuto y muy meticuloso. No creo que, si viene a Estados Unidos, se registre en ningún sitio. Es más probable que actúe en la clandestinidad, como siempre hacía su padre.
El sargento me miró pensativo mientras yo continuaba, sintiendo que la urgencia de mi mensaje era crucial.
—Si realmente está aquí, debemos estar preparados. No podemos permitir que su astucia nos tome por sorpresa. Necesitamos un plan, algo que nos permita anticiparnos a sus movimientos.
Observé mi entorno con cautela, con la desconfianza arraigada en lo más profundo de mi ser. Sabía que la influencia de la mafia se extendía como una sombra por cada rincón de la ciudad, y eso ya era bastante preocupante.
Pero me invadía un pánico indescriptible al pensar que Alexander Ivanov estaba aquí, en territorio estadounidense, buscando venganza. Venía tras de mí y la sola idea me revuelve el estómago; un nudo de temor apretaba mis entrañas.
Mis ojos, antes llenos de valor, ahora reflejaban la profunda inquietud que me corroía.
Sentía la presión de la responsabilidad, el peso de saber que mi vida y la de las personas que me rodeaban corrían peligro. Tenía que mantenerme alerta y anticipar cada movimiento de Ivanov, porque sabía que no se detendría ante nada para lograr su objetivo.
POV Alexander.
Nueva York.
—No estoy de humor para escuchar tus propuestas, Serguéi —espeté con ironía, sintiendo cómo me oprimía la impaciencia—. Quiero más acción. Necesito que ese cargamento esté en los Países Bajos cuanto antes.
Serguéi asintió, pero no mostró emoción alguna.
—Muy bien, Alex. Estará allí en unas horas, no te preocupes. Tengo a la gente trabajando en ello. Solo necesito que me digas dónde quieres que lo deje y a quién se lo entrego.
—No me des detalles, Serguéi. Ya debes de saber de nuestros contactos en Ámsterdam —gruñí, me levanté de la silla y caminé hacia la ventana—. Hazlo ya. Y no dejes cabos sueltos. No quiero que nadie interfiera en mis planes.
—Como tú digas, Alex. Me pondré en contacto contigo cuando esté hecho.
Ya estoy aquí, en Nueva York. La red que tejí se extiende por todo el mundo, desde las calles de Europa hasta este mismo asfalto americano. Hoy, Robert Harris paga por sus culpas y por la deuda que tiene con la familia Ivanov. Hoy su mundo se desmorona. No habrá piedad ni remordimientos.
Me acerqué a Dimitri con la voz baja, pero cargada de urgencia.
—Quiero que hoy mismo ejecutemos el plan que trazamos en la cárcel. Sin fallos.
Dimitri asintió, curvando sus labios en una sonrisa cruel.
—No te preocupes, Alex. Hoy mismo tendrás a Robert Harris. Y harás con él lo que te dé la gana.
—Perfecto —murmuré, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.
Comisaría de Nueva York.
POV Robert.
—Tengo un presentimiento, siento algo muy extraño —le dije a Brandon, con la voz cargada de una inquietud que no lograba descifrar. Algo no encaja, pero no logro adivinar qué es.
Brandon me miró con preocupación.
—Jefe, si quiere, podemos escoltarlo a todas partes. Por si teme que Ivanov esté cerca.
—De ninguna manera —respondí, con la mandíbula tensa—. A ese maldito no le tengo miedo.
—Recuerde que estamos para cuidarlo, señor —insistió Brandon, con una mezcla de respeto y preocupación en su voz.
—Lo sé, Brandon —suspiré, mientras pasaba una mano por mi cabello—, pero no puedo permitir que ese bastardo me haga vivir con miedo. Te lo aseguro, estaré alerta.
Así que cogí el coche, di un respiro profundo y me lancé a la carretera de vuelta a casa. El camino se extendía ante mí, una cinta gris que prometía un respiro de la tensión constante. Pero entonces algo no iba bien. Noté una vibración extraña, como un tirón en el volante. Y entonces, el horror: los frenos no respondían.
—¡No puede ser, Dios mío! —grité asustado por el pánico—. ¡Maldita sea!
El mundo se volvió borroso y el rugido del motor se ahogó por el frenético latido de mi corazón. Intenté maniobrar y luchar contra el destino, pero era inútil. El impacto fue brutal, un choque ensordecedor contra un camión de carga que me arrancó de la realidad.
POV Ava.
Más tarde, me acaban de dar la peor noticia de mi vida: mi padre ha tenido un accidente. Ha sufrido un brutal choque contra un camión. Ahora está muy herido en el hospital. Brandon y yo corrimos hacia allí, atenazados por el miedo y el dolor. Mi padre es lo único que tengo en este mundo. Si lo pierdo, me quedo sola, completamente sola. La idea me aterra y me paraliza. No puedo ni quiero imaginar un mundo sin él.
—No me puedo creer que esto me esté pasando —murmuré con la voz entrecortada por el llanto—. Brandon, mi padre...
Un suspiro tembloroso escapó de mis labios y me quedé sin palabras. La incredulidad y el dolor me paralizaron. «¿Por qué a mí?».
Brandon me rodeó con sus brazos en un gesto de consuelo en medio del caos.
—No estás sola, Ava —dijo con voz suave—. Lo superaremos, Ava. Tu padre es fuerte, saldrá de esta. Y yo estaré aquí, contigo, en todo momento.