




EL PASADO DE AMBER
Que mi pequeña se haya quedado dormida entre mis brazos mientras veía televisión, es una imagen que me llena de ternura. Parece un angelito y yo tengo la fortuna de ser su padre; eso realmente hace que merezca la pena seguir adelante a pesar de todo.
El ruido de la llave en la puerta me hace voltear a ver a la entrada y allí entra ella. Definitivamente me tendré que acostumbrar a su presencia en esta casa.
—Lo siento, creí que Sara dormiría; por eso no he tocado el timbre —se justifica como sintiéndose culpable.
La observo por un instante y se ha cambiado de ropa y su cabello ahora está húmedo.
—No te preocupes, para algo te he dado la llave —le recuerdo.
Ella cierra la puerta detrás suyo y luego se acerca al sofá.
—¿Quieres que la cargue para que tú puedas hacer tus cosas? —propone y niego.
—Tranquila, me han cancelado una de las reuniones; solo tengo que ir a una cena así que tengo tiempo—siéntate—. Le propongo y toma asiento en el sofá opuesto al que estoy yo.
—¿Quieres que te prepare de almorzar o algo?—Me ofrece y sonrió.
—No eres mi sirvienta Amber... Si gustas, pide una pizza o comida china para los dos —le propongo y su cara es un poema.
—Es que siento que me pagas un sueldo bastante alto a comparación de lo que hago —se explica y puedo ver las dudas en su rostro.
—Cuando comencemos a viajar te parecerá poco... lo único, es que me he quedado un poco preocupado por lo que comentaste esta mañana ¿tu novio sabe que deberás viajar? —le pregunto y su rostro cambia completamente.
—Prometido... Cristian es mi prometido —me dice y levanta su mano para mostrarme el anillo; uno que claramente no he visto hasta ahora.
—¡Oh! ¡Felicidades! —es lo único que se me ocurre decir, pero su rostro no refleja felicidad alguna.
—Gracias, pero no es algo que yo haya querido —dice y luego mira al suelo—. Lo siento, no es algo que a ti deba importarte... perdón —habla nerviosa.
—Claro que me importa; eres quien está cuidando de mi hija, ¿Cómo es eso que no querías? —pregunto realmente confundido.
—Es un matrimonio al que prácticamente estoy obligada —confiesa y ahora sí que no entiendo nada.
—¿Qué? Creía que eso había dejado de existir hace siglos —comento.
—Pues, hay veces que no queda otra opción —responde bajito.
—¿Y porque estas obligada a casarte?—pregunto con mucha curiosidad y sé que tal vez me estoy entrometiendo más de la cuenta.
—Cristian y yo éramos novios por llamarlo de alguna manera, pero yo nunca me había tomado esa relación en serio a pesar de que él me había propuesto matrimonio antes... Hace seis meses a mi padre le declararon una enfermedad muy grave que requería de un tratamiento especial en Estados Unidos, y mi familia no tenía dinero para costear los gastos. Allí fue cuando el padre millonario de mi novio entro en juego y nos dio el dinero a cambio de que yo le cumpliera el capricho a su hijo de casarnos... —resume y sus palabras me dejan impactado.
—Eso tiene que ser broma —le interrumpo—. Ese tío no te ama si es que se ha atrevido a hacerte algo así —pronuncio con rabia.
«No me creo que existan tipos como ese...»
—Pues no lo es. Me caso el 15 de diciembre, pero con la condición de que no me hará dejar de trabajar —me explica sin mirarme, pero luego levanta su vista—. Si quieres puedes echarme ya... supongo que no te hace falta que tu hija tenga a alguien con tantos problemas como yo a su lado —expresa con culpa.
«Creo que esta mujer se ha vuelto loca...»
—¿Qué? ¡No! ¿Cómo crees? Yo no soy nadie para entrometerme en tu vida personal, créeme que le haces bien a Sara y que a pesar de que no estoy de acuerdo con lo que ha hecho tu noviecito; entiendo porque has aceptado. Si yo hubiese podido hacer algo por Lucia, lo hubiese hecho sin importar que fuese —confieso y sonríe levemente.
—Al menos tú me entiendes... nadie en mi familia sabe que esa es la razón por la cual me caso. No quiero que se agobien con el asunto —me explica.
—Entiendo... por un padre se hacen muchas cosas —comento.
—Y supongo que por una hija también. Ha de ser muy difícil seguir adelante después de haber perdido al amor de tu vida —me dice y finalmente siento que alguien comprende algo de lo que me sucede.
—Lo es... pero por ella seguiré adelante siempre —digo mirando a mi pequeña.
—Claro, ¿y quién sabe? Quizás en algún tiempo puedas encontrar a alguien a quien tu puedas querer y que quiera a tu hija, a veces hay segundas oportunidades para el amor —me dice y de inmediato niego.
—Para mí no. Le he prometido a Lu no enamorarme otra vez, y así será. Solo me dedicare a mi hija —explico.
—Con todo respeto Facundo, pero eres muy joven para cerrarte de esa manera al amor —me dice bajito.
—Puede ser, pero una promesa es una promesa...
—Créeme que lo sé —me dice de una manera extraña y le veo observando su tatuaje.
—¿Por qué lo dices? ¿Acaso tú has hecho alguna promesa parecida? —pregunto y no tengo ni idea de porque me estoy entrometiendo en su vida.
—Cristian y yo comenzamos a conocernos más cuando su mejor amigo falleció hace dos años. Diego era mi novio desde que ambos teníamos 20 años y el día que me enteré de que él murió en aquel accidente de tráfico, yo perdí al bebé que ni siquiera sabía que estábamos esperando... Después de ese día Cristian se convirtió en un apoyo para mí, pero las cosas han cambiado mucho desde entonces —relata.
«Vaya historia... y yo creyendo que era el único que estaba sufriendo en este mundo» pienso sintiéndome culpable.
—Dios... Amber, es que no se ni que decirte —digo totalmente sorprendido.
Ella me mira y niega.
—No tienes que decir nada Solo puedo decirte que yo realmente comprendo por lo que estás pasando. Yo he estado en tu lugar y sé lo que se siente —me dice y con sus dedos quita las lágrimas que caen de sus ojos.
—Ahora comprendo porque siento que tú eres la persona perfecta para cuidar a mi pequeña —reitero bajito.
—La cuidare como él bebé que no llegue a conocer —añade y siento una emoción tan profunda que es difícil de controlar.
La miro y no comprendo cómo ha hecho para seguir adelante, y como lo sigue haciendo con todo lo que le espera... Realmente es una de esas mujeres fuertes y valientes que merecen lo mejor de esta vida.