QUEDATE
Estoy llegando a mi casa cuando vuelvo a mirar el reloj despues de mucho tiempo y me sorprendo al ver que son las dos de la madrugada. «Vaya que se me ha hecho tarde grabando los temas acústicos para la nueva edición del disco» pienso, pero es que no encontraba el sentimiento que necesitaba para esas canciones. Su imagen no dejaba de rondar por mi mente y mi tristeza hacia todo mucho más difícil.
Abro la puerta de mi piso intentando no hacer mucho ruido, y al entrar enciendo la lampara de pie que hay a un costado de la pequeña mesa que hay en en el foyer. Cierro la puerta de la misma manera que la abrí, y al acercarme al sofá veo a Amber cubierta con una manta, ella esta completamente dormida.
«Deberé traer la cama lo mas pronto posible, ese sofá no es cómodo para dormir; si lo sabré yo... » pienso mientras que aun rondan los recuerdos de mi primera discusión de casado con Lu y su enfado, esa noche ella no me permitió dormir a su lado y yo como un tonto no hice nada para solucionar la situación aquella misma noche.
Voy al cuarto de Sara, y allí esta mi pequeña durmiendo como un angelito. Me inclino hacia ella en la cuna y le dejo un beso en su frente. Al parecer Amber ha hecho un excelente trabajo con mi hija, huele a jabón de bebé. Me doy la vuelta para salir de la habitación y allí esta ella parada bajo el marco.
—¡Jo! ¡¿Me quieres matar de un susto!? —exclamo en un susurro para no despertar a mi pequeña.
—Lo siento —se disculpa bajito—. Escuche la puerta del cuarto abrirse y me he preocupado —explica.
Camino hacia la puerta y ambos salimos de la habitación sigilosamente.
—Siento llegar a esta hora, pero es que me tarde mas de lo esperado —le explico cuando estamos parados en medio del pasillo.
—No pasa nada. Sara ha comido hace una hora más o menos; supongo que no volverá a despertarse hasta que amanezca —me deja saber.
—Gracias, ¿No pensaras irte sola a esta hora? ¿no?—le pregunto algo preocupado.
Realmente me quedaría demasiado preocupado si lo hiciese. La calle no es segura a estas horas de la noche como para que ella ande sola por allí.
—Eso es lo que hare precisamente. No he traído nada como para quedarme a pasar la noche aquí, además... sin ánimos de ofender; pero, ese sofá es demasiado incomodo —comenta y me agrada mucho su honestidad.
—Lo sé... Hagamos una cosa. Por esta noche duerme en mi cuarto y yo dormiré en el sofá. Me asegurare de conseguir la cama lo más pronto posible. En cuanto a la ropa... En mi guardarropa aun conservo algunas cosas de Lu. Escoge un pijama de ahí —le propongo.
—No, ¿Cómo crees? Me imagino que todo aquello debe de tener un significado muy especial para ti. De verdad puedo tomarme un taxi e ir hasta mi casa —insiste y niego con mi cabeza.
—No seas terca —replico de inmediato—. Si no quieres usar la ropa de Lu; al menos acéptame una camiseta o algo —insisto y ella resopla.
—Vale, pero dormiré en el sofá. Tu eres mi jefe y créeme que me sentiría demasiado incomoda si tu duermes en el sofá y yo en tu cama —me deja saber, y a decir verdad en el fondo yo también me sentiría incómodo. Sobre todo, porque en esa cama conservo recuerdos junto a Lucia que no quiero que nadie rompa.
—Solo por esta noche —accedo y sonrie.
—No se diga más —concuerda triunfal.
Después de haberle entregado mi camiseta gris a Amber, me preparo y me meto a la cama. Estoy agotado y solo tengo la esperanza de poder dormir, aunque sea algunas pocas horas. Intento poner mi mente en blanco, aunque realmente es muy difícil. Los recuerdos parecen no dejarme en paz. Es mirar cada rincón de este lugar y tener la sensación de que ella me esta observando con esa sonrisa en su rostro que tanto le caracterizaba.
[...]
27 de septiembre
Debería sentirme mucho peor dada las pocas horas de sueño que he tenido, pero al parecer lo poco que he dormido ha alcanzado para recuperar un poco la energía que me hacia falta. Me levanto de la cama, y como cada mañana; lo primero que hago es ir a ver a mi pequeña a su cuarto. No está allí en su cuna y por un momento creo que me dará un infarto hasta que recuerdo la llegada de Amber a nuestras vidas y de inmediato salgo de la habitación para ir hacia la cocina.
Al llegar, allí esta ella de espaldas aun con mi camiseta puesta, y mi pequeña en el moisés de pie que he comprado para llevarlo alrededor del piso. Esta preparando su biberón de Sara mientras habla por el móvil, y prefiero no interrumpirle.
—Amor, que llegare más tarde. Si lo sé, a mi jefe se le ha hecho tarde ayer en su trabajo. No... no te diré quien es; lo siento —le explica y creo que es a su novio... esposo... lo que sea—. Vale, te llamare mas tarde —le termina de decir y termina la llamada.
De pronto ella se da la vuelta para ir a darle de comer a Sara, y su mirada sorprendida se clava en mi.
—Lo siento —dice nerviosa y al verme; inmediatamente lleva su mano al final de mi camiseta e intenta estirarla lo más que puede para cubrirse—. Tenía pensado cambiarme después de darle de comer a Sara; pero, te has levantado antes —continua y siento los nervios en su voz.
—No te preocupes, si quieres dame el biberón y ve a cambiarte. Estaré un rato aquí en casa antes de irme; si quieres ve a tu casa, cámbiate y ve a ver a tu novio... supongo que no le ha agradado la idea de que te quedases aquí —propongo.
—De acuerdo, pero no te preocupes. A él hace tiempo que no le agrada nada de lo que hago —habla con un tono extraño de voz que me llama la atención.
—¿Por eso no le has dicho con quien trabajas? Lo siento... lo he escuchado —me disculpo y ella me da una tímida sonrisa.
—Algo así. Regreso en menos de una hora, ¿vale? —me dice.
—Tranquila, si quieres regresa al mediodía —ofrezco tratando de ser justo.
—Gracias...
—A ti... disculpa nuevamente —reitero con culpa.
Ella sonríe y niega.
—No te preocupes, es tu casa y es normal que camines y escuches lo que quieras —expresa con calma.
Le veo ir hacia el baño para cambiarse, y realmente me extraña lo que ha dicho de su novio; ¿acaso la maltratara o algo así? Me cuestiono y sé que no debería importarme, pero al final del día ella es quien cuida a mi hija.