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EL PRIMER DÍA

Otra llamada con Sandra que es interrumpida cuando escucho a mi hija llorando.

—Lo siento, Sara ha comenzado a llorar. Debo terminar la llamada. Envíame un correo electrónico con los horarios por favor —le pido refiriéndome a los horarios pactados para comenzar con las grabaciones de los temas acústicos para la edición especial del disco.

Sin decir nada más, termino la llamada, dejo el móvil a un lado, y rápidamente voy por Sara a su cuarto. Ella llora con todas sus fuerzas y lo unico que puedo hacer es tomarla en brazos para intentar tranquilizarla.

—¿Qué sucede princesa? —le pregunto, aunque sé muy bien que no responderá.

La acuno, reviso su pañal, y si... es hora de cambiarla, además de que debe tener hambre. No es facil ser padre, mucho menos si a eso le sumamos que soy primerizo y que estoy solo.

Cuidadosamente la coloco sobre su cambiador y tal como me ha enseñado mi hermana y mi madre; comienzo con la tarea de quitarle su ropa y luego su pañal sucio. Debo admitir que cada día que pasa me sale mejor el cambiarla, o al menos eso es lo que yo creo. Intento hacerlo con la mayor delicadeza posible, pero no sé si lo consigo.

Una vez que termino, vuelvo a tomarla en brazos y me mata la manera que me sonríe. Es tan pequeñita, tan inocente... me encantaría poder estar como ella despreocupado de todo y solo mirándola y sonriéndole todo el tiempo. Camino con ella en brazos hacia la cocina y con mucho cuidado, comienzo a prepararle su biberón.

—Al parecer has salido igual de glotona que tu padre, ¿eh? —le digo y hago muecas consiguiendo que se ría—. Claro que si preciosa, así es como tienes que vivir... ríe... tu papi ahora está un poco triste; pero, te prometo que haré todo lo mejor que pueda para que nunca dejes de reír. Es una promesa, ¿vale? —expreso y en el fondo es una promesa a mi mismo.

Me siento en el sofá con ella en brazos, y comienzo a darle su biberón mientras que no dejo de mirarla. En estos últimos dos meses, he vivido en una constante montaña rusa de emociones; una que no me ha permitido ver lo que mi hija significa.

Es increíble que un ser tan pequeñito y perfecto sea parte de ti... y de esa persona a la que tanto amas. Si bien Sara es igualita a ella. Tiene su cabello castaño claro, sus ojos verdes... pero, puedo también ver algo de mí en ella. Tiene mi sonrisa.

—Eres hermosa mi niña, solo espero estar a la altura de ser el padre que necesitas. Tu no la has visto hoy porque estabas dormida, pero la niñera que te he contratado te ha mirado con tanto amor que ya verás lo bien que te llevaras con ella. Se llama Amber y de seguro jugaras mucho con ella cuando estés un poco más grande —le comento y si... me he vuelto loco; hablo con mi hija mientras ella solo está interesada en su biberón...

[...]

Al día siguiente: 26 de septiembre

Otra noche de insomnio... no me queda de otra que intentar sobrellevar el día con un café bien cargado. Miro el reloj, y antes de que pueda darme cuenta de que son las 7:56 de la mañana, allí está el ruido del timbre.

«Vaya, es puntual... Me gusta que sea así»

Voy hacia la puerta, y allí esta Amber. Su cabello castaño hoy esta peinado en una trenza que lleva hacia un costado y su vestimenta es simple. Vaquero, camisa de jean, y sandalias bajas.

—Buenos días —saluda sonriente.

—Buenos días, pasa por favor —le pido abriendo más la puerta—. Eres puntual. —comento mientras regreso a la cocina por mi taza de café.

—Imagine que tendrías reuniones y no quería que llegases tarde por mi culpa —me explica como la profesional que es.

—Gracias, mira en la habitación de Sara podrás encontrar todo lo que necesites, pañales, ropa, su champú, jabón, en fin, ya sabes —explico—. Y en aquel mueble, esta su formula y demá —continuo señalando el mueble arriba de la encimera y asiente.

—    Perfecto, ¿ya ha comido? —me pregunta y asiento.

—Hace media hora. En estos momentos está durmiendo. Te he dejado una copia de la llave colgando en el portallaves al lado de la puerta. Si sales al parque o lo que sea con ella, envíame un mensaje y asegúrate de que nadie te vea salir de aquí con ella, ya sabes que la prensa puede ser muy fastidiosa. El portero del edificio puede indicarte la salida a través del garaje; la cual es mucho más conveniente. No creas que soy un paranoico ni nada de eso, es solo que todo se ha complicado demasiado últimamente. —le explico y me lanza una tímida sonrisa.

—Facundo, no te preocupes. Todo estará bien. Cuidare de tu pequeña como si fuese mía —me dice y asiento.

—Me despido de ella y me voy... —le digo y antes de continuar me doy la vuelta—. Esta demás decirte que puedes agarrar cualquier cosa de la nevera, y por favor no invites a nadie aquí —le pido.

—Claro que no, y gracias —dice tímidamente.

Entro al cuarto de Sara y con cuidado para no despertarla, deposito un suave beso en su frente.

—Te amo —le susurro y salgo de la habitación.

—¡Que tengas un buen día! —me dice Amber cerrando la puerta detrás de mí y tendré que hablar con ella acerca de esa frase. No quiero que me la diga cuando salgo del piso; no quiero que diga lo mismo que me decía Lu al salir.

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