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Capítulo 33. En el suelo también crecen las flores.

Viviana.

El mundo se detuvo. Los segundos después de su grito fueron un abismo. Me quedé paralizada, viendo cómo los zapatitos que había elegido con tanto amor quedaban aplastados bajo su suela. Pisoteados como mis ilusiones. Como mi corazón.

Sus palabras resonaban en mis oídos como cuchillos. *...