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CAPÍTULO 87:LA IRA DEL LOBO CAÍDO

La luz del amanecer apenas roza las cúpulas de piedra cuando Lyra abre los ojos por primera vez en días. Su cuerpo tiembla, el sudor empapa las sábanas, y sus manos buscan instintivamente un calor que ya no está. La cuna está vacía, el lazo roto y su alma, astillada.

Ya no tiene fuerzas para llorar...