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CAPÍTULO 5: ENTRE EL DESEO Y LA VENGANZA

Lyra no es estúpida, sabe exactamente lo que están haciendo.

Khalon la prueba, con su autoridad aplastante y su presencia abrumadora. La observa como si fuera un rompecabezas que necesita resolver, un enigma que lo irrita y fascina en igual medida.

Darian la empuja al límite, provocándola con palabras afiladas, con miradas cargadas de una oscuridad traviesa que la hace hervir de rabia… y de algo más peligroso.

Y Riven… Riven la vigila. Callado, distante, con esos ojos gélidos que la recorren como si intentaran leer los secretos de su alma.

Sabe que los tres quieren dominarla, pero ella no es una tonta niña omega que se dejará manipular. No caerá en su juego, ni se someterá a sus caprichos como cualquier otra loba lo haría. Ellos son los enemigos. Son los asesinos de su padre y su venganza es lo único que importa.

Y sin embargo… su cuerpo reacciona de otra manera.

Cuando Khalon se acerca demasiado, su loba interna ruge en su interior, inquieta, confundida entre la furia y el deseo.

Cuando Darian la provoca con esa sonrisa arrogante, su piel se calienta, su respiración se vuelve errática.

Y cuando Riven la observa en silencio desde la sombra de una columna, su pecho se agita con un miedo que no tiene nada que ver con el peligro y todo que ver con el abismo en el que se siente al borde de caer.

Los tres están afectándola y eso la enfurece. Pero ella no es la única luchando contra esto.

Khalon aprieta los dientes cada vez que su mirada se desliza por su cuerpo y su voluntad de hierro se tambalea.

Darian maldice en voz baja cuando la ve con otros lobos, cuando ella sonríe a alguien más que no sean ellos.

Y Riven… Riven, el más frío de todos, pero es el primero en perder el control…

Un día después de la pelea en la que ha sido aceptada como la futura Luna de los Alfas, el aire está denso, cargado de algo eléctrico e inevitable.

Lyra camina por los pasillos deseando huir y cambiar su destino, pero no puede hacerlo. No sin antes recuperar su nombre y restaurar el reinado de los verdaderos Lycans.

Mientras avanza no puede evitar sentir la presencia de alguien antes de siquiera girar la esquina.

—¿Qué? ¿Me sigues como un perro guardián ahora? —Su voz es pura provocación.

Riven está allí, apoyado contra la pared con los brazos cruzados sobre su pecho. Su figura alta y esbelta parece fundirse con la oscuridad, pero sus ojos, fríos y letales, brillan como cuchillas de hielo bajo la luz de la luna.

No responde de inmediato. Solo la observa, como siempre hace. Pero esta vez… hay algo diferente en su postura, en la forma en que su mandíbula está tensa, en la manera en que sus puños se aprietan como si estuviera peleando una guerra consigo mismo.

—No deberías provocarnos —susurra, pero hay un filo peligroso en su voz.

Lyra levanta la barbilla.

—¿Y si quiero hacerlo?

Los ojos de Riven se estrechan. En un parpadeo, él se mueve y la atrapa.

Su espalda golpea la pared y el aire se le atora en la garganta. Riven está demasiado cerca, su cuerpo apenas deja espacio entre ellos, pone sus manos en la piedra a ambos lados de su rostro, encerrándola.

—No nos desafíes si no estás lista para las consecuencias, Lyra.

Su aliento roza su mejilla, su pecho se eleva y cae con la misma respiración agitada que ella intenta controlar.

Lyra lo mira directamente a los ojos, su loba interna la empuja a responder. No se dejará intimidar.

—¿Y qué pasa si sí lo estoy?

Un gruñido apenas contenido escapa de su garganta. Riven la mira como si quisiera devorarla, como si estuviera al borde de hacer algo que no debería. Su mano se mueve apenas, sus nudillos rozan su cintura y su piel se enciende al contacto.

Por primera vez, Riven deja caer su máscara, no hay frialdad en su mirada ahora, solo hay deseo y esta vez… no se detiene.

Lyra siente su corazón golpear contra sus costillas y su pulso desbocado como si estuviera en medio de un campo de batalla. Pero esta guerra es diferente, es peligrosa de otra manera, más letal, más visceral.

Los dedos de Riven se tensan contra su cintura, su agarre es firme, posesivo. La forma en que la toca no es casual no es un simple roce. Es una advertencia, un reclamo. Pero Lyra no es una loba sumisa.

Su mano se desliza entre ellos y empuja contra su pecho, pero no con la suficiente fuerza para apartarlo del todo. Sus ojos se desafían en la penumbra.

—¿Te crees con derecho a tocarme? —escupe las palabras con odio, pero su loba traidora no deja de agitarse dentro de ella, ansiosa.

Riven no se mueve. Su pecho sube y baja con respiraciones agitadas, como si también estuviera peleando contra su lobo. Su mandíbula se tensa y su mirada baja apenas a sus labios.

—No quiero tocarte. —La mentira es tan evidente que a Lyra casi le da risa.

—Entonces suéltame.

Él no lo hace. En cambio, baja la cabeza hasta que su boca está cerca de su oído y su aliento cálido contra su piel.

—¿Eso es lo que realmente quieres?

Lyra odia lo que su cuerpo le responde.

Odia cómo su piel se eriza, cómo sus labios se separan apenas en un jadeo suave. Odia que, por un segundo, olvida su odio, su venganza, todo lo que la ha mantenido en pie desde la masacre de su manada.

Odia que lo desea, pero ella no es débil y no va a dejar que uno de ellos—los asesinos de su padre—la haga olvidar su propósito.

Así que actúa. Un movimiento rápido, inesperado. Su rodilla sube con velocidad, apuntando a su costado.

Pero Riven la atrapa antes de que pueda alcanzarlo.

Su agarre se endurece y en un giro brutal, la pone contra la pared, esta vez con su brazo rodeando su cintura y su otra mano atrapando su muñeca por encima de su cabeza.

—Eres peligrosa —murmura contra su oído.

Lyra sonríe con arrogancia, aunque su respiración está completamente errática.

—No tienes idea.

Y entonces, como si el destino jugara con ellos, una voz rompe el momento.

—¿Estoy interrumpiendo? —pregunta Darian.

Lyra no necesita verlo para saber que está disfrutando el espectáculo. Puede escuchar la diversión en su tono, la provocación.

Riven se separa de ella lentamente, como si estuviera peleando consigo mismo para hacerlo. Lyra ignora la frustración en su cuerpo y se endereza con orgullo.

Pero Darian no ha terminado con su juego. Se acerca con esa sonrisa arrogante que la irrita hasta el extremo. Sus ojos dorados la recorren con malicia.

—Si querías que te tocara uno de nosotros, solo tenías que pedirlo, Lyra.

Ella gruñe, sintiendo cómo el calor en su cuerpo se transforma en rabia otra vez, pero antes de que pueda responder, otra presencia hace que el aire se vuelva más denso.

Khalon. El Alfa líder.

Él no dice nada. Solo la observa, con sus ojos de tormenta oscurecidos por algo que Lyra no puede descifrar. Pero siente el cambio en la atmósfera, siente la presión que emana de su presencia.

No está contento y aunque no dice una sola palabra, ella entiende el mensaje en su mirada.

No juegues con fuego si no quieres quemarte, pero Lyra ya está en llamas.

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