




CAPÍTULO 3: MARCADA POR LOS TRES
La fortaleza de los trillizos se alza imponente ante Lyra, un castillo de piedra negra con murallas que parecen devorar la luna. No es una jaula de hierro y cadenas, pero ella la siente igual de opresiva. El aire es denso, cargado con el aroma de poder y dominancia de los Alfas.
Los tres hermanos caminan delante de ella, sus pasos se escuchan sobre la piedra oscura de la entrada principal. Khalon lidera con la espalda recta y la mirada de un líder que no acepta desafíos. Darian camina con las manos en los bolsillos y la despreocupación en su postura, pero un brillo depredador en sus ojos. Riven en cambio solo avanza en silencio, siempre observándola, siempre analizando cada uno de sus movimientos.
Lyra mantiene la cabeza en alto, sin embargo su mandíbula está tensa. Se niega a demostrar que la intimidan, no va a permitirlo otra vez, mucho menos después de todo lo que ha pasado.
—Si esperas que me someta, vas a esperar toda tu vida —escupe con desprecio hacia Khalon cuando se detienen en la entrada.
Khalon se gira lentamente, sus ojos dorados brillan con advertencia.
—No estamos esperando, ya eres nuestra. No tienes opción.
Su voz es grave, profunda, y hace que un escalofrío recorra la columna de Lyra. Pero no lo demuestra, no parpadea o tiembla. No se rompe.
Darian sonríe con diversión y se acerca, invadiendo su espacio personal sin reparo. Su olor a madera y especias la envuelve.
—No digas eso, Khalon. La pequeña loba parece pensar que aún tiene opciones. —Se inclina hacia ella, con su boca a centímetros de su oído—. Me encanta cuando creen que pueden resistirse.
Lyra aprieta los puños. Sus colmillos amenazan con sobresalir.
—Tócame y te arrepentirás —le advierte.
Darian suelta una carcajada baja, inclinando la cabeza como si realmente disfrutara de la amenaza.
—Oh, me gusta. Tienes garras. Pero veamos cuánto puedes mantenerlas.
Riven, hasta ahora silencioso, finalmente habla.
—Déjala, Darian. —Su tono es neutral, pero hay algo en su mirada que la inquieta más que la hostilidad de los otros dos.
Darian se aleja con un encogimiento de hombros, aun sonriendo.
—Como quieras, hermano. Pero apuesto a que será cuestión de tiempo antes de que venga a nosotros por voluntad propia.
Khalon no se molesta en seguir la discusión. Señala la gran escalera de mármol que conduce a los pisos superiores.
—Tu habitación está arriba. No eres una prisionera, pero tampoco eres libre de irte. Si intentas escapar, lo lamentarás.
Lyra lo observa con cautela, sopesando sus palabras. No la encierran en una celda. No la encadenan, pero eso no significa que sea libre.
—¿Por qué? —pregunta finalmente con firmeza—. ¿Por qué me trajeron aquí?
Los tres se quedan en silencio por un momento. Es Riven quien responde.
—Porque serás nuestra esposa.
La declaración la golpea, su cuerpo se tensa y su corazón retumba en su pecho.
—¿Qué dijiste? —susurra con el estómago revuelto.
Khalon da un paso adelante con una presencia abrumadora.
—El linaje de Theron Draven no puede extinguirse. No podemos permitir que Oric Vane reclame lo que no le pertenece. Solo hay una forma de asegurarnos de que eso no pase. —Sus ojos la atrapan, la obligan a escuchar—. Eres nuestra ahora, Lyra. Nuestra esposa. Nuestra compañera.
Lyra siente que el suelo se hunde bajo sus pies. Un frío intenso le recorre la espalda, helándole la sangre. Su respiración se agita y su instinto le grita que huya, que corra sin mirar atrás, pero sus piernas se sienten pesadas, atrapadas en una trampa invisible.
No puede ser.
Después de escapar de un destino cruel, después de luchar con cada gramo de su voluntad para evitar que la atasen a un Alfa despreciable, ahora se encuentra aquí. No con uno. Sino con tres.
Tres sombras imponentes. Tres pares de ojos rojos que la observan como si ya les perteneciera.
El corazón le late con fuerza cuando finalmente los reconoce. Los ha visto antes. No en persona, pero si en los recuerdos que la atormentan. En los relatos susurrados por los sobrevivientes. En las historias teñidas de sangre y traición.
Los trillizos Volkhar… los asesinos de su padre… los carniceros de su manada.
El terror se enreda con la ira, encendiéndole las venas. No importa lo atractivos que sean, no importa la intensidad de sus miradas o la presencia aplastante que poseen. Para ella, ellos son monstruos.
Y ahora esos monstruos quieren hacerla su esposa.
No. Antes muerta.
Pero los tres Alfas han hablado y ella está atrapada en su juego.
Lyra se encuentra de pie en el centro de la estancia, rodeada por los tres hermanos Volkhar, sus supuestos futuros esposos. Aunque su postura es firme, sus puños delatan la ira en su interior.
Una puerta de madera maciza se abre con un chirrido, y el anciano líder del Consejo entra con paso solemne, seguido de otros miembros de su casta. Sus rostros marcados por la edad y la experiencia se clavan en Lyra con desaprobación.
—Esto no puede ser —declara el anciano—. No pueden simplemente tomarla como suya sin más. La unión con los Alfa debe estar respaldada por la tradición, y el Consejo no ha dado su bendición. Además, no sabemos si ella es la verdadera hija de Theron Draven.
Khalon frunce el ceño. Su paciencia es limitada, y estas formalidades lo irritan. Da un paso al frente y habla con autoridad.
—Si el Consejo necesita pruebas de que ella es digna, que luche.
Darian, apoyado contra una columna con su habitual actitud despreocupada, sonríe con diversión.
—Ahora sí me gusta hacia dónde va esto —musita.
Riven no dice nada, pero su mirada se posa en Lyra con un interés analítico. Quiere ver qué hará ella, si desafiará la decisión o si aceptará su destino con la cabeza en alto.
Los ancianos intercambian miradas, inseguros. Nadie ha propuesto un desafío así en décadas. No con una mujer, mucho menos con una futura Luna. Pero Khalon no da espacio para el debate. Su voz es ley en la manada Luna Carmesí. Y sus hermanos lo saben.
Darian tamborilea los dedos sobre la empuñadura de su daga.
—Oh, esto será divertido —murmura con un brillo depredador en los ojos carmesí—. Quiero ver qué tan dura eres, princesa. Quiero ver si tienes más fuego en el alma que miedo en la sangre.
Lyra siente cómo su rabia crece. Lo quiere muerto. A él, a los otros dos, a todos los que se atrevieron a atacar a su padre y derrocar su reinado. Y en especial porque se creen con el derecho a decidir su destino como si fuera una simple pieza en su tablero. Pero esto… también es una oportunidad.
—Acepto —escupe con desafío— ¿Contra quién debo luchar? —pregunta con la barbilla en alto, sin apartar la mirada de los ancianos.
Los ancianos murmuran entre ellos, sorprendidos. Las hembras nunca pelean en estos rituales. No están hechas para ello. Pero Lyra lo está. Ha sangrado y luchado toda su vida. Y no piensa arrodillarse ante los monstruos que destruyeron su mundo.
—Contra él —dice el anciano, señalando al mismísimo Khalon.