




CAPÍTULO 3
ANUBIS’S POV
Estaciono mi auto frente a la casa y me estiro una vez salgo de él. No puedo creer que haya manejado tanto tiempo después de mi noche de graduación.
Me siento cansado, aunque eso es difícil al ser un hombre lobo, pero supongo que me he acostumbrado un poco demás a la vida humana. Ahora no consigo nada mejor que poder dormir todo el día y apagar mi cerebro durante horas, aunque mis sentidos lobunos siempre están activos.
Siento una fragancia conocida cerca de mí así que miro hacía la puerta de mi casa, viendo allí la figura pelirroja de Bilha, mi mejor amiga. Ella me mira con una enorme sonrisa mientras yo me acerco para abrazarla y hacerla girar en el aire.
Extrañé mucho estar de vuelta en casa y extrañé mucho a Bilha, también a mi padre que espero venga pronto a visitarme o tendré que ir yo a la manada para verlo. Eso de ser un Alfa le consume mucho tiempo, pero no lo culpo, al contrario, admiro su labor, aunque yo no sería capaz de ejercerla.
No me veo a mí mismo teniendo que proteger a tanta gente cuando si acaso y me puedo proteger a mí mismo.
—Bienvenido a casa, gran arquitecto Vikesh—Bilha me sonríe cuando hago que vuelva a tocar el piso y deshacemos nuestro abrazo.
—Gracias, gran señora sanadora—paso a su lado para abrir la puerta de mi casa y noto que está tal y como la última vez que vine en vacaciones, es decir hace casi medio año.
—¿Qué tal tu gran noche de graduación? —ella menea sus cejas, divertida mientras yo cierro la puerta cuando ella entra a casa.
—La imaginé más divertida, pero sabes que no hice muchos amigos así que solo salí de allí y quise volver a casa de inmediato—sacudo su cabello haciendo que ponga mala cara mientras me siento en el sofá a su lado—¿Qué tal han estado las cosas en la manada?
—Todo ha estado muy tranquilo, desde los tratados de paz y las reuniones de los Alfas hay menos disputas. Incluso tenemos muchos aliados en caso de problemas con manadas o clanes extranjero—me informa y a eso asiento con mi cabeza.
Eso es muy bueno, recuerdo que de niño vivíamos con el miedo constante de ser atacados por manadas que nos quitaran nuestro pequeño territorio, con clanes de vampiros o cazadores que quisieran exterminarnos. Es bueno saber que los niños de la manada hoy no crecen con el miedo diario de que un día sus padres pueden salir a batalla y jamás volver.
—¿Y qué hay de mi padre? —pregunto, emocionado por ver a ese viejo loco—Le mandé un mensaje a Malquiel para que le avisara que llegaba hoy.
—No lo sé, quizás está ocupado con cosas de la manada, sabes que el invierno dificulta las cazas—asiento con cierta decepción porque en realidad él era la persona a la que más quería ver en cuanto regresara.
Iría a verlo directamente a la manada, pero no soy muy fanático de adentrarme al bosque y la vida que llevan los lobos que no es del todo diferente a la de los humanos, pero yo prefiero andar en carro que tener que correr por el bosque en cuatro patas siempre.
—Pronto vendrá, no dañes nuestro momento estando triste—me reprocha dando un leve golpe en mi brazo y vuelvo a sonreír—¿Dejaste algún corazón roto en Francia?
—Por supuesto, dejé muchísimos—le miento y ella ríe. Sabe que no soy el mejor con las chicas, aunque muchas se me acercan por mi físico, que gracias a ser hombre lobo es llamativo—¿Tú aún sigues sin encontrar a tu mate? —el cambio de expresión en su rostro es bastante notorio ante mi pregunta.
—Pasa algo…—hasta su tono de voz cambia.
—No te preocupes, seguro valdrá la pena la espera y será un buen…
—No, Anubis—me interrumpe y entonces mira hacia la puerta de la casa, cosa que ahora si me alarma porque yo no escucho ni siquiera pasos acercarse—La manada está contra ataque.
Ella se pone de pie rápidamente y comienza a caminar hacia la puerta.
—¿La manada bajo ataque? —ella solo asiente tomando el pomo de la puerta y abriéndola—¿Mi padre está bien?
—No lo sé, pero debo irme, hay muchos heridos.
—Iré contigo—le digo y ella asiente, comenzando a correr.
Cierro la puerta detrás de mí y piso la alfombra de la entrada, asegurándome que la llave quedó allí. Entonces me apresuro a ir detrás de ella y cuando me transformo ella ya se encuentra en su forma lobuna, una loba de color cobrizo brillante.
Ella corre a toda prisa y yo le sigo el ritmo, aunque pudiera ir más rápido pero sinceramente no recuerdo el lugar exacto donde se ubica la manada y ella es la que tiene vínculo directo con la manada así que sabe dónde están todos.
Sé que nuestra manada está ubicada en lo alto de una gran montaña así que toma un tiempo llegar desde el pie, donde se encuentra la ciudad donde vivo. El problema llega cuando hasta yo siento que nos acercamos, pero entonces Bilha frena de golpe y yo casi choco con un árbol cuando intento hacer lo mismo.
Veo sus ojos y noto como el color azul se va convirtiendo poco a poco en un color dorado, lo peor no es eso, lo peor es que noto la tristeza que transmiten esto. Eso es suficiente para saber que las cosas han empeorado y una punzada se instala en mi pecho.
“¿Qué sucede?” intento hablar mentalmente con Bilha, ella luce muy afectada y eso me preocupa demasiado.
“Anubis, yo…” ella intenta hablar, pero entonces soy capaz de escucharlo y siento como mi cuerpo se estremece.
Muchos aullidos unidos en uno solo que traduzco perfectamente: Uno de los Alphas ha muerto. Y ni siquiera debo ser demasiado inteligente para saber por la expresión de Bilha que quién ha muerto es mi padre.
Esta vez no me preocupo en esperar a Bilha, pero escucho que ella también aúlla llena de dolor. Apresuro mi paso lo más que puedo porque aún falta un tiempo para llegar a la cima de la montaña y ni siquiera me pienso en si me sé el camino o no, solo quiero llegar a la maldita cima, ir directamente a la casa de mi padre y verificar que esto es solo un sueño.
Él no puede estar muerto, no justo ahora que volví. No quiero que la última vez que lo haya visto sea por una videollamada extraña que Bilha le ayudó a hacer. Quiero ver que la persona más importante de mi vida y quién me ha apoyado ante todo está viva, que me está esperando en casa con un gran abrazo.
“Vamos, más rápido. Papá debe estar bien” demando a Jezer, mi lobo, quién con todas sus fuerzas pasa entre ramas y espinas que le lastiman, pero después de unos minutos por fin llegamos al lugar donde vive la manada.
Noto que a pesar de que acabo de llegar ya hay algunas personas cubiertas con mantas para tapar su desnudez, hay algunas manchas de sangre sobre la nieve del centro de la aldea y todos tienen una expresión triste. Gano algunas miradas al acercarme, algunas de ellas con extrañeza, otras con tristeza e incluso noto algunas llenas de ira.
Con mis orejas bajas camino al podio, justo donde se suelen hacer los entrenamientos y batallas, justo donde está el asiento del Alfa y justo donde veo la figura inerte de mi amado padre.