




Capítulo 1: Traición
Dos años después…
«Hoy será ese día. Mi cuerpo está listo para que suceda», pensó ella con entusiasmo.
Aquella noche, Kara estaba feliz y una sonrisa radiante le adornaba su bello y delicado rostro. El cabello rubio y lacio era levantado por el viento frío mientras ella caminaba deprisa hacia la entrada de su casa. Sonrío entusiasmada al visualizar el vehículo de su novio y entró nerviosa a su hogar.
De las bolsas del supermercado, sacó rosas rojas y una botella de vino, al tiempo en que tarareaba su canción favorita; luego buscó dos copas en el mini bar y las puso encima de la mesa, donde también colocó un florero con las flores.
Ya todo estaba listo para sorprender a su futuro esposo.
—¿Kara? —espetó su prometido, al encontrarla tarareando en la cocina y con un sexi vestido puesto—. ¿Qué celebramos hoy? —inquirió con voz seductora, y la abrazó por detrás.
Las risas de la hermosa mujer resonaron en el acogedor lugar, cuyas losetas brillaban de lo impecable en un tono blanco, gracias a las cosquillas que los besos sonoros y explosivos en su cuello le provocaban.
Kara siempre había sido una mujer conservadora, pero esa noche estaba dispuesta a ser atrevida, asimismo, se sentía lista para darle lo que él tanto había deseado: volver a intentar embarazarse. Esa era la mejor manera de celebrar su cuarto aniversario de noviazgo. Deseaba tanto que él le pidiera matrimonio, mas su novio siempre tenía una excusa para posponer su unión formal, pese a que ya tenían dos años viviendo juntos.
—El rojo te queda bien, ¿no me digas que traes lencería del mismo color? —dijo él con la voz cargada de deseo y una sonrisa traviesa, a la vez en que le acariciaba los muslos y jugaba con el borde del provocador vestido.
—Deja esas manos quietas, tigre; primero cenaremos. Fui a tu restaurante favorito y te traje carne asada con ensalada césar y pasta —susurró con una radiante sonrisa mientras sacudía las manos con marcada emoción.
—Ummm... Tú sí sabes cómo complacerme, mi bella gatita. Tengo mucha hambre, pero de ti…
Ella rio y sus mejillas se tiñeron de rojos.
—Ven a comer, mi amor. —Se soltó de su agarre y lo guio hasta la mesa, donde le sirvió del delicioso manjar. Él, sin embargo, abrió la botella de vino y echó en las dos copas.
—Todo se ve sabroso, pero tú estás más apetecible.
Después de comer, la pareja conversó un rato en la mesa mientras bebían vino y se daban besos candentes. La charla terminó cuando las caricias se unieron al besuqueo sensual y hambriento, entonces ellos se fueron a su alcoba donde hicieron el amor.
—No me he tomado los anticonceptivos. Según mis cálculos, estoy en mis días fértiles —le informó ella mientras le acariciaba el pecho desnudo, que aún se encontraba agitado.
El semblante de su novio tomó una emoción especial, pero que se mezcló con preocupación, o por lo menos esa fue la impresión que ella tuvo. Él celebró la buena noticia con besos sonoros en todo el rostro de su novia, que le sacaron varias carcajadas a la rubia.
«Quedaré embarazada y seremos muy felices. Estoy segura de que así será», pensó ella. Sus labios dibujaron una sonrisa radiante, al sentirse la mujer más dichosa del mundo.
Al día siguiente de ella haber intimado con su prometido, Kara notó que él se encontraba muy nervioso y distraído. A pesar de la felicidad que la inundaba, no podía luchar contra la inseguridad que la actitud de su novio le provocaba. Ya tenía varios meses así, indiferente, distante y preocupado.
Kara le atribuyó su comportamiento hostil al deseo frustrado de ser padre que él tenía, pero ya ella le devolvió la esperanza de intentarlo, entonces, ¿por qué actuaba de esa manera tan frívola después de la hermosa noche que pasaron juntos?
—Me iré a casa de mis tíos porque ellos tienen noticias acerca de la herencia de mamá —le dijo ella mientras desayunaban.
—Me parece bien. ¿Regresarás hoy mismo o dormirás allá? —le preguntó con sumo interés.
—Me quedaré hasta mañana. Tengo mucho que no los visito, por eso quiero prepararles la cena y conversar sin límite de tiempo.
—Me parece perfecto… —musitó ido—. Por cierto, hablé con mi familia acerca de nuestro matrimonio y mamá por fin te aceptó. Sé que debería decirte esto con un anillo en manos; sin embargo, prefiero ahorrarme las formalidades e ir al grano, después de todo, ya somos una pareja. Lo único que nos falta es ir a firmar un papel.
Kara agrandó los ojos asombrada. ¿Era eso una proposición? A decir verdad, no esperaba más de su novio, quien no era la definición de romanticismo, sino todo lo contrario.
Kara perdió el boleto del tren justo cuando se iba a subir. Después de que lo buscó desesperada, corrió hacia la ventanilla para comprar un boleto del próximo tren que salía caída la tarde, pero no había sino para el siguiente día.
—¡No puede ser! —exclamó frustrada. Había perdido todo un día para nada. Estaba tan molesta que se puso a caminar en círculos mientras se quejaba de su distracción—. ¿Cómo pude perderlo? Esto es horrible…
Tras llorar del enojo, ella se sentó hasta calmarse. La verdad era que estaba muy nerviosa por ese viaje, ya que tenía esperanzas de recuperar lo que fue su hogar en su niñez.
—Mejor voy a casa y le preparo algo rico a Mark. Quiero que volvamos a hacer el amor. Mientras más intimemos más alta será la probabilidad de que me embarace. ¿Será que me pidió matrimonio porque le dije que estoy lista para intentarlo? Digo, no creo que la aceptación de su madre sea la única razón —razonó. Ella pidió un taxi que la condujo a casa.
Al entrar, sintió una sensación extraña que le apretó el pecho y le formó un nudo en la garganta. No podría poner en palabras ese mal presentimiento ni lo pesado que se volvió el ambiente.
De forma instintiva, se dirigió directo a su habitación donde la puerta estaba a medio cerrar, así que no fue necesario entrar para presenciar aquella escena dolorosa y nauseabunda.
—Qué delicia, gatita. —Escuchó, en un tono quejumbroso, parecido a un gemido placentero—. Eres tan hermosa, sensual y divertida. No como la desabrida y santurrona de mi novia.
Kara sintió que un puñal le atravesó el corazón al entender lo que sucedía.
Eran ellos. Pudo reconocer la voz de su novio y de su mejor amiga. No tenía dudas de que se trataba de ella porque reconocería su voz por encima de muchas, ya que ella fue su confidente por mucho tiempo.
No lo podía creer. Ellos la traicionaron y en su propia cama.