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41. FIN. El destino que merecemos.

Ana sintió el frío metal del arma contra su cien y el cuerpo se le llenó de adrenalina. Frente a ella Daniel estaba sangrando de un hombro y le apuntaba, pero Albán estaba tras ella, era imposible que pudiera apuntarle.

— Si no es para mí no es para nadie — repitió el policía y Ana cerró los ojos, ...