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No eres mi hija

—Brandon, no deberías haberla abofeteado. Probablemente lo hiciste por enojo y frustración —dijo Edith.

Fue en ese momento cuando llegó la ambulancia. Martha, que fingía estar inconsciente, fue rápidamente transportada y se la llevaron.

—No me llames papá nunca más. De hecho, debería decirte la verd...