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Su hermanastra

Fue al baño y se lavó la cara con agua fría, pero eso no alivió ni el dolor de cabeza que sentía ni el peso que aplastaba su corazón. Agotada, tomó su teléfono y llamó a Mike. La llamada estaba a punto de terminar cuando él contestó.

—Lo siento, Paola. Acabo de salir del baño. ¿Estás en casa ahora?

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