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Capítulo 5

Capítulo 5

Carolina Isabella Caballero Beltrán

Mexicali, México

Pasaron unos días en mi nuevo puesto de mesera en el Ático y aunque era muy cansado, me estaba gustando mucho la idea de ganar más dinero y las propinas no estaban para nada despreciables. Lo único malo era que ya no podía platicar mucho con Katrina y con Vera como siempre hacíamos las socias, sentía que en mis días no había nada interesante hasta aquel día que las vi a las dos, mirando a alguien con mucho interés, no me pude aguantar y me acerqué con ellas.

–Isa, eres tan distraída que te apuesto que no le has llevado la carta a ese bombón – dijo Vera – está buenísimo, ahora que si tú no lo quieres hacer, me pondré un delantal y ya lo hago yo.

No entendía de qué cliente me estaba hablando Vera, yo estaba muy concentrada en a tender las mesas que me correspondían, no estoy pendiente de nada más. Si ella quería ir a atenderlo, yo no soy la que se lo va a impedir. Mucho mejor si recibíamos una ayuda extra

–O yo – se apuntó Katrina – está guapísimo, pero a él parece interesarle nuestra Isa.

Nadie se ha fijado en mí, ellas están inventando todo esto, no sé con qué fin. Pues ahora yo no podía estar pasando en tener novio, si apunad se acaba de morir mi prometido. Estoy de luto, no puedo pensar en nadie más.

– ¿Quién yo? – Pregunté con incredulidad – no sé de qué hablan.

–Voltea – respondieron a coro.

Volteé y mi mirada se encontró con la de un guapísimo chico, él iba vestido con un saco y unos vaqueros y se quedó mirándome fijamente y yo también lo hice con él. Nunca había visto a un hombre así en mi vida, estaba hipnotizada por el verde de sus ojos, cuando mis dos amigas me jalaron y me llevaron a “la oficina”.

–Veo que nuestra amiga, está interesada al fin por el sexo opuesto – celebró Vera – alabado sea el señor.

Desde luego que siempre había estado interesada en el sexo opuesto, pero no llevaba prisa, con tantas cosas por hacer tener un novio, necesitaba de mucho tiempo para cimentar una relación, dedicarle tiempo a todo lo relacionado en el amor. Con esto no me quería dormir en mis laureles, tenía que trabajar para lograr mi parte.

–Qué señor, ni qué nada. Esto me ha dado una idea – Katrina hizo su cara de traviesa – Isa, si vas y conquistas a ese cuero y haces que se enamore de ti, Vera y yo te perdonaremos tu parte del Ático.

Katrina no sabe de lo que está diciendo, no me puedo involucrar con uno de los clientes, eso está fuera de toda regla. No voy a romper nuestras normas por una apuesta, sé que necesito el dinero, pero ya se están pasando con sus bromas. De seguro ese cliente saliendo de aquí no se va a acordar de mí.

– ¿Qué?, no, eso sí que no. Es un cliente, ¿se han vuelto locas?

–No, para nada y de hecho la idea de Katrina me parece ideal – Vera lucía emocionada – así te ahorras el viaje a ver a tus padres y la humillación de pedirles tu parte de la cafetería.

A las dos ya se les habían fundido los cables, por nada del mundo me iba a ligar a uno de los clientes, lo que ellas pretendían solo sucedía en las telenovelas.

– ¿Están hablando en serio? – Me quise asegurar – no lo puedo creer.

–Más bien, no te atreves – dijo Katrina – te lo dije, Vera. Isa es muy cobarde, es tímida y no lo hará.

Me estaban retando y yo no sé, los iba a permitir, ellas sabían que no dejaba que me retarán, por qué no importaba de qué se tratara, iba a tomarlo, no sé cómo le voy a hacer, pero esa apuesta la voy a ganar yo y obtendría la parte que me corresponde en la sociedad de la cafetería.

– ¿Saben? – Las miré a las dos – lo haré y ustedes, van a tener que restaurarme como socia a la brevedad.

–Muy bien, es un trato.

Estrechamos manos y entonces yo, me miré al espejo para darme una arreglada rápida, no quería verme fatal para ir a abordar a ese cliente, me quité la liga del cabello y lo dejé caer a ambos lados de mi cara peinándolo con las manos. Volteé a ver a Vera y a Katrina y después, caminé con una falsa seguridad a la mesa de ese cliente.

–Hola, buenas noches – saludé – veo que ya lo han atendido, ¿ha sido buena atención?

–Hola, de hecho, sí – respondió – me ha atendido la chica de allá, muchas gracias.

–Ahh, Whitney – dije en voz alta – ¿necesita algo más?

–Sí, la cuenta. Por favor y gracias.

Su sonrisa me dejó paralizada y entonces supe que tenía que darme prisa, él ya estaba a nada de dejar la cafetería y yo no podía dejar que eso pasara de ninguna manera, fui y saqué la cuenta de la computadora y cuando se la llevé a su mesa, él ya estaba de pie y había dejado un billete mayor para liquidar la cuenta, de tal forma que, al llegar a su mesa, él ya se encaminaba a la salida.

–Parece que alguien, ha perdido una apuesta – dijo Katrina abrazándome por la espalda – pero, te condonaré un 5% por el esfuerzo.

–No, de eso nada – me quité el delantal y se lo di en la mano – de hecho, me voy porque he quedado con él, adiós.

Salí casi corriendo del Ático, no podía dejar ir esa oportunidad y solo esperaba que ese chico no se hubiera subido a un taxi, ni nada a la salida, o Vera y Katrina tendrían mucho de lo que reírse de mí. Por suerte, al salir del Ático, lo vi caminando por la calle y al no ir muy lejos, yo corrí para alcanzarlo.

–Joven, esperé – le grité hasta que lo alcancé – es que ha olvidado su cambio. Y no puedo dejar que eso pase, soy una de las dueñas de la cafetería.

Esto tenía que salir bien porque yo ya me estaba viendo cómo una de las tres dueñas, este chico tenía que ser mi novio y yo me iba a encargar de que se enamorara de mí o perdería mi oportunidad de ser la tercera socia.

–Quédate con el cambio y no estoy interesado. Por cierto, si fueras en serio una de las dueñas de la cafetería, no habrías llevado encima un delantal.

–Precisamente, es por esa misma razón, parte de mi trabajo es desempeñar las labores de todos mis empleados, me gusta manejar la empatía.

–Bien por usted, hasta luego.

Él aceleró el paso y yo sentía que me ahogaba, parecía que estaba corriendo por ejercitarme, lo cierto era que no lo podía dejar escaparse. Lo alcancé como pude y lo agarré de la mano, entonces nos miramos a los ojos y sin medir las consecuencias, me lancé por él y lo besé.

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