




Capítulo 3
Capítulo 3
Carolina Isabella Caballero Beltrán
Mexicali, México
Me puse un delantal de los de la cafetería, al igual que lo hacían los meseros del lugar, pues no me quedaba otra. Yo no podía dar mi parte ahora y tal vez, no lo podría hacer nunca, no tenía ni un peso y lo que es peor, es como si no tuviera padres para ellos morí el día que yo decidí no pertenecer a su familia y mis amigas Vera y Katrina ignoran todo eso y lo peor es que no pienso decirles la verdad. De algún modo he vivido esta vida llena de mentiras por 4 largos años y los que faltan.
—Muy bien—aplaudió Katrina—te ves muy bien con el delantal de la cafetería, amiga. Quién fuera rubia como tú para verse así. Además, ve el lado bueno tendremos más clientes y tú tendrás tu sueldo base más las propinas.
—Sí, Katrina, me agrada más esta idea tuya. Seré mesera hasta que me anime a llamar a mis padres o a ir a verlos, tengo que vivir mi duelo.
Por lo menos esto me serviría un poco en lo que veo en realidad, que sé lo que voy a hacer con mi vida. También esto calmará a Katrina, Vera es mucho más comprensiva y si hubiera tenido el dinero ella me lo prestaba, pero así es la vida, tengo que resistir un poco más.
—Está bien, mi boca está cerrada y yo no vuelvo a tocar el tema—Katrina hizo señal de cerrar su boca—ahora, iré a la oficina y cuando llegue Vera que me alcance en la oficina.
—Está bien, yo le digo.
Me daba risa como Katrina se refería a “la oficina” era solo un espacio acondicionado para serlo detrás de la cocina, pero supongo que quería darle esa importancia porque ahí puede estar ella con Vera, las dos socias como me han dejado claro. Yo me puse a limpiar una de las mesas como hacían los otros meseros y ese sería mi día a día, a partir de hoy. Vera no tardó en aparecerse después de un rato.
—Vaya, amiga, veo que es oficial, que estás desesperada—Vera se agarró ambas mejillas—estás de mesera para juntar más pronto tu parte de la cafetería. Katrina es peor de lo que pensé, yo no te hubiera puesto en esta situación. Tú eres nuestra amiga y muy pronto nuestra socia.
Si Katrina no lo hubiera sugerido ni siquiera me hubiera acercado al dichoso delantal, pero las cosas estaban de ese tamaño, ahora soy una de las meseras de la cafetería, pero muy pronto eso va a tener que cambiar. Tendré mi propia parte, y seré la tercera socia. Mi meta se tiene que cumplir a como dé lugar. No quedaré fuera de la sociedad.
—No, ella no me lo impuso. A mí se me ha ocurrido para no tener presiones, ya sabes, no quiero hablar con mis padres, dirán que vaya a Ciudad de México y sabes que no me gusta viajar en avión y tendría que ir en el auto hasta allá.
Ese pretexto pronto tendría que cambiarlo, yo no me iba a mover de aquí, pues no iría a ver mis padres. Ese asunto estaba más que finalizado, buscaría otra forma de conseguir el dinero.
—Te entiendo, aún te falta por superar tu duelo y en serio está bien. Si ya llegaste a esa solución y Katrina estuvo de acuerdo, es cuestión que tú no te sientas presionada, Isa.
—Gracias por entenderme, Vera. En serio lo aprecio mucho, hablando de Katrina me dijo que te dijera que la alcances en la oficina.
—Claro, ahora voy.
Iba a llevarse a cabo seguramente la reunión de “socias” que se hace cada semana y a lo mejor, por ese lado, agradeceré el ser mesera. No me gustaba todo ese asunto de hacer cuentas y demás y así me quitaría un poco de estrés. Llegaron unos clientes y los empecé a atender y cuando fui a preparar la orden detrás de la barra, me abordó un cliente muy guapo.
—Isabella, ¿cierto? —cuestionó—al fin te veo a ti sola, creo que ya me puedes identificar, soy cliente frecuente del Ático.
—Sí, claro. Yo lo he visto por aquí, ¿en qué puedo servirle? Aquí está la carta de los servicios y mientras la observa, yo termino de preparar una orden.
A este cliente lo he visto más de una vez por aquí, pero debería estar en su mesa esperando para que alguno de los otros meseros lo vaya a atender, o ya que me ha abordado a mí, seré su mesera por el día de hoy. Solo debe esperar a que atienda la otra mesa. Ahora no me voy a dividir en dos para atenderlo.
—No se me ofrece nada de la carta, lo que se me ofrece es pedirte tu número. Si vengo tan seguido aquí ha sido solo para verte y ahora que no estás con tus compañeras, no quise perder la oportunidad de hablarte a solas.
Lo que me faltaba que viniera un cliente a decirme que está interesado en mí, no está feo, pero no es mi tipo, ni siquiera tengo un tipo de hombre. Pero este no me gusta para nada y mucho menos su forma de abordarme.
—Señor, con todo respeto, yo no suelo tener ese tipo de interacción con los clientes. Además, ellas no son mis compañeras, son las dueñas del Ático y no quiero perder mi trabajo.
Me di media vuelta y seguí preparando la orden que iba a llevar a la mesa que estaba atendiendo y pensé en muchas cosas. Este señor a pesar de ser muy guapo bien podría ser mi padre y a mí no me gusta una relación en la que exista mucha diferencia de edad. Recordé cuando conocí a Vera y que casi se cortaba las venas por un hombre que, además, resultó tener una doble vida. El caso que pensé que ese hombre se había ido cuando lo escuché hablarme de nuevo.
—Yo puedo sacarte de trabajar—Insistió el cliente—eres hermosa y me gustas para que trabajes en mi negocio. Te dejo mi tarjeta, es una casa de citas y ahí ganarías mucho dinero.
Qué es lo que está insinuando este sujeto, yo no me voy a ser ninguna acompañante, no me interesaba su trabajo, me encontraba en perfectas condiciones para ser mesera del Ático. Estas no son mis expectativas, pero algo bueno iba a sacar de todo esto.
—Gracias—dije enojada—ahora, si me disculpa, tengo que seguir con mi trabajo.
Este día no podía ir peor, ya me imaginaba de lo que me quería ofrecer trabajo este señor. Es cierto que estoy desesperada, pero prefiero ser mesera por siempre que meterme a hacer algo así por muy buen dinero que deje eso. Además, no creo que a ese señor le sirva en su negocio una chica tonta e inexperta como yo.