




Seducción
Claro su estado depresivo, en el hospital una enfermera le sugirió brindarle cuidadosa atención.
—¡No!— Respondió tajante y dándole la espalda —Eres estúpido, como puedes pensar algo así—El chofer esperaba una reacción muy diferente , pero a Gina parecía mortificarle la solución que acaba de darle.
Michael era cero tolerante, odiaba que le contradijeran la tomo del brazo sacudiéndola violento.
—Tu… esa idea también cruzo por tu mente, —la rubia inclino la cabeza aguantando el dolor en su brazo, intento quitar su agarre mirándolo irritada.
—Suéltame, me estás lastimando —Michael la empujó sin apartar sus ojos de fusil —Piensa maldito macho retrograda, acabo de hablar con Charlie del divorcio, si algo le sucede a Steve, ¿contra quién crees que irían?
Michael resopló al comprender que tenía la maldita razón.
—Entonces, ¿qué demonios vamos hacer? —fue entonces que una idea se le vino dejándole salir una sonrisa amplia. —Podríamos seducirlo… —Gina lo miro sin entender que están tratando de decir —Si necesitas pruebas de una infidelidad, solo hay que provocar que él se acueste con otras mujeres.
—Por supuesto,— dijo irónica — arrastrare a Steve hasta un bar o a una de esas esquinas llenas de prostitutas, ni siquiera sabemos si él puede…
—Por supuesto que no será fuera de esa casa, entiende, llevaremos a la amante. Una mujer que lo seduzca, una enfermera, alguna de las sirvientas la mucama más ambiciosa y que no le importe tener que satisfacer a un bulto por unos cautos pesos…
Las opciones de Michael eran incómodas para Gina,
—¡No estoy de acuerdo! —aclaro secamente —lo seduciré yo misma.
La respuesta de Gina provoco una reacción iracunda.
—Estas loca, ¿tu?, por favor —Michael carcajeo echando la cabeza atrás, las mejillas de Gina se enrojecieron de vergüenza —¿De verdad… de verdad crees que puedes despertar… un poco de pasión en ese bulto? —cuestiono pausando a causa de la risa.
Gina era hermosa, y lo sabia no veía cual era el problema, eran los celos de su chofer hablando a través de su boca.
—¿Te parece gracioso?, espero que puedas reírte de esa manera cuando Charlie le cuente sobre esta conversación y Steve me acuse a mí de infidelidad, espero sepas conservar esa alegría cuando nos deje en la maldita calle.
—No puede comprobarte nada, su palara tendría el mismo peso que la nuestra.
De momento Michael si conservo la sonrisa en su boca, peri Gina mantuvo una ansiedad y angustia, no quería que Steve muriera, tampoco lo quería en los brazos de otra mujer, era suyo junto con la herencia de su abuelo, Steve era parte de su fortuna.
Adriel despertó en su cama, el golpe contra el agua estaba en su mente sumergido entre sueños, su ropa estaba seca al igual que su cabello, levanto la cabeza en el sofá frente a él unos amplios ojos azules lo observaban.
Con el pelo húmedo y una camiseta blanca y pantalones deportivos.
—¡Maldición! —refunfuño dejo caer su cabeza pesadamente —dime que está haciendo aquí señorita Price.
Ella se levantó tan pronto como escucho su queja, se acercó decidida a acomodarle la almohada debajo de su cabeza, pero se paró unos metros antes de llegar.
—Estaba muy preocupada por usted, desde que supe de su accidente yo quería...
—¿Compadecerse?, ¿darme el pésame? —Sonrió hilarante —No, espera… no estarás aquí arrastrada por un ridículo sentimiento romántico
Él no estaba en su mejor disposición, pero para Noa Price nada era un obstáculo cuando se proponía algo, y en esta ocasión aunque deseara poder besar a Adriel estaba ahí con el único objetivo de devolverle su movilidad.
—En realidad yo…—Comenzó con voz fuerte y decidida
—¡Lárgate! —ordeno impasiblemente apenas pudo escuchar el susurro de su voz
—Perdón profesor…
Se recargo sobre sus puños arrastrando su pesado cuerpo hasta recargarse sobre el respaldo de la cama, Noa intento intervenir ar colocarle una almohada, Adriel manoteo para apartarla.
—Me escuchaste, ¡lárgate! —su orden golpeo duro en el corazón de Noa—No quiero tu lastima, tu no significaste nada si crees que lo que sucedió entre nosotros te vuelve una persona importante para mí, déjame decirte que estas muy equivocada, no fuiste la primera ni la única estúpida que cae en mis brazos
Su propia difamación era tan forzada al salir de su boca que no era los suficiente para convencer a Noa.
—Profesor Attaway, soy voluntaria en la Clínica estoy aquí para realizar una sesión de fisioterapia, su esposa me contrato… —eso fue tan gracioso para Steve —mis horarios son específicos, si desea cancelar solo tendrá que decírmelo y me marcharé…
—¡No te quiero aquí!
—Su esposa… me advirtió que esto podria pasar, tendremos tres sesiones de prueba si no le es satisfactorio entonces puede pedir que venga un terapeuta profesional —Dijo mientras sacaba un pequeño frasco con una esencia perfumada, y subía lentamente los pantalones de seda —yo solo he tomado algunos talleres de verano…
—Vienes a burlarte de mí, acaso esto es una venganza por qué te rechace, deja de insistir —se froto las palmas de las manos con la esencia —escucha, y escucha bien, no quiero una terapeuta en mi casa lárgate, cancelo el servicio, gracias.
Noa fingió no escucharlo, podía estar segura de que su profesor no estaba seguro de lo que decía, ella le estaba brindando una esperanza, algo que necesitaba.
Al verla tocando sus pantorrillas y subir suavemente hacia la rodilla con movimientos circulares y alargados, no pudo contener una emoción en su cuerpo. no sentia su manos, ni la suave caricia fresca de la loción.
No, no era capaz de sentir nada en sus piernas eran músculo muerto, pero si cuerpo reaccionó como si las sintiera. Su sexo se endureció, no era difícil imaginar las caricias en sus pantorrillas. La observo, su cabello rubio su cara de inocencia, sus labios, recordó aquella tarde en que sus instintos y la sensualidad tierna de Noa lo embruteció.
No pudo detenerse, desde el instante en que toco sus labios su cuerpo pedía más y más de ella, justo como ahora. Trago saliva con un cosquilleo doloroso.
Su respiración se profundizó cuando la vio subir sobre sus gruesos muslos, sus manos eran pequeñas blancas, delicadas bien cuidadas masajeando si su pierna sin que el pudiera sentir. Se mordió los labios.
Adriel sintió que se venía, apretó sus manos sobre el colchón y aspiro profundo, viéndola masajear, su aroma a frutas comenzó a llegar hasta sus narices. El escote de su blusa dejo observar la claridad de sus pequeños pechos.
La tomo de la muñeca apretando con fuerza, Noa abrió sus ojos al sentir la fuerza de su brazo.
—Adriel…
—Te dije que te largaras… —sus labios, su pelo, sus mejillas, bajo su mirada, el escote de la camiseta estaba abierto ante sus ojos.
Ella no dijo nada solo se quedó quieta bajo el yugo de su mano y su mirada opaca y fría sobre sus labios.