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Salvación

Las palabras clavaron hondo en Steve, morirse era una forma rápida de acabar con esto, su vida no volvería a ser la misma, el medico fue muy claro,

“Sera imposible que vuelva a caminar”

Odiaba verse atado y depender de otros para vivir.

Desde dentro de la casa del otro lado de una puerta de vidrio el sol lo encandilo a través del agua azul de la alberca, levanto la mano para cubrirse los ojos, observo un minuto sumergido en sus pensamientos.

Su mano derecha acciono la palanca de la silla, su mirada inexpresiva.

Su vida no volvería a ser la misma, volver a la universidad y que todos lo miraran con lastima, los pasillos estaban llenos de escaleras y los salones también, no podría moverse con la misma habilidad.

Accionó la palanca que estaba entre sus dedos, si moría ahora todos respirarían de alivio, nadie lloraría y el descansaría de la impotencia y la frustración de no tener una vida normal y la verdad escupida en su cara de que su amada esposa le era infiel con el chofer.

Recordaba como se burlaban de el en su propia casa, en su propia cama, un dolor apretaba su pecho, se mofo de sí mismo, era increíble que aun sintiera algo por ella

—Eres un sínico Adriel —Rio con una carcajada, al recordar que él también la había traicionado, no tenía derecho de hacerse el digno. La diferencia es que él estaba arrepentido de es desliz.

El camino llego a su fin, la silla cayó al agua llevándolo con él, podría luchar por salir, con toda la fuerza de sus brazos pero no los agitó, dejo que su pesado y medio muerto cuerpo se hundiera al fondo de la helada agua. Cerro los ojos y abrió la boca dejando que el agua entrara en sus pulmones y la falta de aire le hiciera perder la conciencia.

Un último recuerdo vino a su mente, abrió los ojos y vio venir hacia él a Noa, la hermosa alumna de ojos azules como el profundo mar nadando con desesperación.

Ella tampoco lo amaba, no recibió nunca una visita de su parte, ¿por qué ahora la alucinaba?

Su ilusión parecía tan real, sintió las pequeñas manos rodeando su torso, y el inútil esfuerzo de llevarlo hacia arriba tres metros.

Noa salió a la superficie aspiro un poco de aire y grito.

—¡Auxilio! — volvió después de tomar el suficiente aire para salvar a Adriel.

Un gangoso sonido de voz se escuchaba hundido en el fondo del mar. Abrió sus ojos y la vio de nuevo, buscando desesperadamente como sacarlo pero en este punto él no tenía fuerzas y su conciencia se allá confundida, sentía como su vida se estaba perdiendo en el dulce encanto de la muerte.

La insensibilidad tajante de Steve resonaba en su mente una y otra vez, tan fácil era solo pedirle que renunciara a todo, parecía una burda comedia, no tuvo sentido casarse con él para proteger sus intereses.

El dinero por un instante fue lo de menos, de verdad no le preocupaba perderla a ella.

Entro a la oficina un joven rubio de traje ya la esperaba.

—Inicia los trámites de divorcio quiero estar separada de Steve lo antes posible —Charlie el abogado de la familia se rio, pero volvió a la compostura rápidamente, esto no le tomaba por sorpresa, la frialdad y mezquindad de Gina no era cosa que todos conocieran.

Esa mujer no era capaz de mantenerse atada a un hombre al que tenía que cuidar.

Charlie Ward arqueo las cejas, al menos esperaba que por prudencia aguardara un tiempo antes de despreciar a su esposo tan descaradamente, pero esto era tan propio de ella.

—Imposible su abuelo lo ha dejado impuesto,—respondió con franqueza —  su matrimonio debe perdurar al menos quince años, y haber de por medio una descendencia de dos… al menos dos hijos ustedes apenas tendrán cinco… siete años —rectifico —, de lo contrario la empresa quedará en manos de los socios. —Se chupo los dientes —Sabe señora Attaway qué su abuelo tenía una estrecha relación con ellos, entre estos mi propio abuelo, y que este emporio lo levantaron todos con el mismo amor. Y jamás permitiría que su textilera se partiera en dos es todo o nada. Por eso estableció que al divorciarse no habría nada para nadie.

—¿Pierdo todos mis derechos? —el abogado sonrió con su mirada y le asunto una sola vez parpadeando sus ojos.—No es justo me pertenece la herencia, la fábrica, los socios solo han puesto su dinero pero jamás han movido un solo dedo para echarla adelante. — chillo. —el amor se acabo …

Al mismo tiempo la rabia de imaginar que Steve tuviera otra era algo insoportable.

—Justamente, su abuelo no creía en ese amor. No estaba de acuerdo cuando a ambos los hizo crecer juntos casi como hermanos.

—Debe haber una manera. —dijo con un tono de súplica y desesperación. Aunque le alegraba saber las repercusiones que habría si se divorciaban.

Conocía a Steven y el no renunciaría a su participación de la textilera Attaway. Él tenía el mismo amor que su abuelo expresaba por su empresa. Aunque jamás se hacía presente en las instalaciones siempre estaba al pendiente de que todo caminara como correspondía.

—¡Existe una posibilidad!—Gina presto toda atención al abogado —Si alguna de las partes demuestra infidelidad de su pareja.

—¿Y qué puede pasar con eso?— abrió los ojos con terror

—La parte engañada puede demandar y pelear por obtener la totalidad de las acciones del conyugue —un gesto de desagrado de la joven nieta de los Attaway le dio curiosidad a Charlie, movido por eso intento obtener esa información. —¿Tienes alguna sospecha de que Adriel te haya fallado?

—Por supuesto que no —Exclamo tajante —, solo queremos separarnos en buenos términos.

Gina no tenía más que decir era clara su cara de frustración.

Charlie se inclinó y se despidió. No le convenía que Steve se enterará de esto, por el contrario, quizás lo más conveniente era intentar enamorado nuevamente.

Tenerlo en sus manos como antes, no sería tan difícil o sí.

—No estoy de acuerdo con esto Gina. —Reclamo Michael al escuchar la respuesta que le había dado Charlie. —¿Dónde demonios quedo yo?, ¿quince años y un hijo? ¡No! Maldito vejete infeliz ojalá se esté pudriendo… —su voz se apagó con una inadvertida bofetada.

—Bastardo, no te permito que hables así de mi abuelo —Michael no advirtió esa reacción, tragándose todo el coraje se mantuvo con la cara de lado.

¿Como tuvo el atrevimiento de golpearlo?, volvió la cara al frente con los ojos ardiendo como si contuvieran lava ardiente, la sujeto de los brazos, Gina chillo al sentir la forma tan dura en que la lastimaba

—Quiero que te divorcies de ese maldito tullido. Te quiero solo para mí que no lo entiendes te amo —dijo, sintiendo en sus adentros los deseos por devolverle el golpe.

—Yo no voy a perder todo Michael por tu estúpido deseo —le aclaro — y si no puedes aceptar que esto se acabó al menos por un tiempo hasta que logre solucionarlo, es tu problema

—¿Separarnos?,—chillo con más impotencia —¿por cuánto tiempo?

—No lo sé, pero conociendo a ese maldito abogado no tardará en contactarse con Steve, Charlie fue un gran amigo de su juventud, no dudo que le muestre su lealtad al conversar lo que hablamos.

—Hay otra solución, sin que te apartes de mí— Elucubro en su mente, sus ojos se abrieron como los de un psicópata despertando su brillo.

—¿En qué estás pensando? —Gina pretendió leer sus pensamientos y temió el grado de su propuesta

—Deshagámonos de Steve, hagámoslo parecer un suicidio.

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