




Traición
—¿Dónde está?, ¡dónde está mi esposo!
—Por favor señora Attaway, no haga un escándalo. Está en un hospital —su chófer detrás de ella, le reprendió con exagerada autoridad.
Georgina giro atrás, matando con una mirada al insolente joven atractivo, aquel era ni más ni menos que sus sirviente, un simple chófer al que por supuesto no obedecería.
—Michael, guárdate tus sugerencias para otro momento, ahora necesito que me digan donde está el señor Adriel Steve Attaway, él es mi marido, me informaron que ha sufrido un aparatoso accidente.
—Permítame —La enfermera detrás de la recepción reviso en la lista de informes que tenía a su alcance, pero no había ningún registro de su estado aún de ese hombre, solo…
—Dese prisa.
La ansiedad le ganaba, sus manos sudaban y miraba a cada instante a Michael.
Él joven chófer por el contrario de ella mantenía toda calma, su mirada era fría, despreciativa. Se movía y actuaba como si fuera el jefe, o alguien superior que la señora Gina.
—El señor Attaway está en quirófano en este momento, el accidente que sufrió fue muy grave, su vida estaba en riesgo, no había tiempo de esperar que usted autorizara —Georgina maldijo en silencio —, ¿podría firmar algunos papeles?
—Pero, ¿se va salvar?— apretó el mango de su bolsa de marca exclusiva.
—Los médicos están haciendo todo lo que está en sus manos señora.
Georgina miro de reojo a Michael, rechino los dientes y firmo a toda prisa los documentos que le exigían.
Él silencio era una soga al cuello, su esposo tenía que morir, estaba lista para ser viuda y disfrutar de los millones de la herencia de su abuelo.
Una herencia que solo le pertenecía a ella, la sangre Attaway corría por sus venas, su abuelo Arthur perdió el juicio poco antes de morir, y la compasión por Adriel escalo a niveles inadmisibles.
Maldecía al viejo y deseaba que estuviera sufriendo en el infierno. ¿Cómo pudo repartir su fortuna con un miserable recogido? Steve no tenía derecho a ni una sola acción de la Textilera Attaway
—¿Familiares del señor Attaway? — varias horas después un médico les llamaba.
Georgina estaba a medio dormir recargada sobre el hombro de su chófer, a penas escucho el nombre de su esposo se puso de pie después de estirarse un poco.
—Dígame doctor, es mi esposo, ¿se pondrá bien?
—Hicimos todo lo que pudimos… —Suspiro con pesar el médico mientras se descubría la boca y se quitaba el gorro de la cabeza.
—No, no por favor no me diga esto doctor, mi esposo no puede estar muerto… —chillo, suplico exageradamente arrodillándose frente al doctor.
Michael tomo a Georgina de los brazos apretándola para que no fingiera como actriz sin experiencia.
Sonaba ridícula.
—Tranquilícese señora —aseguro pacíficamente el doctor — su esposo aún vive, —Georgina alzo la cabeza con asombro, frustración y rabia su rostro era el reflejo de su alma, un monstruo desagradable a la vista —hicimos todo lo que pudimos ahora todo depende él, pero está peleando por mantenerse aferrado a este mundo a un hilo de vida, está en terapia intensiva, pero él párese ser muy fuerte, necesita de usted de su entereza.
Georgina trago, maldijo, grito, maldijo de nuevo dentro de sí.
—Hubo alguna complicación, ¿por qué motivo lo intervinieron sin mi autorización?
—Un fragmento de la hojalatería del auto, proyectó cerca de la columna, tuvimos que removerla, también sufrió fracturas en un par de costillas, una fuerte contusión en la parte izquierda de la cabeza, y algunos raspones, a pesar de eso su esposo muestra ser un hombre bastante determinante, no dude que saldrá de esto.
Georgina se congelo observando alrededor solo moviendo los ojos, tras hacer el ridículo, no hizo ninguna alegría contraria a la reacción recién actuada, se quedó petrificada, no había forma de articular palabra, su mente estaba desconectada de la realidad ¿acaso estaba en una pesadilla?, ¡estaba vivo! ¡Maldita sea!
¿Por qué seguía vivo? El maldito bastardo estaba vivo.
—¿Puedo pasar a verlo? —Pregunto cuando logro hacer su lengua moverse.
—No por ahora, las visitas están prohibidas. — se inquietó, era necesariamente urgente, tenía que convencerlo que todo era un mal entendido, pero si no la escuchaba qué sentido tendría, en entonces terminar con el trabajo ella misma—Valla a descansar, mañana le informare de su situación… —el medico hizo una pausa, —, y rece por qué sea favorable.
Eso lleno un poco de esperanza y tranquilidad su retorcido corazón, estaba tan grave que era posible no pasará la noche.
—Tenga por seguro que rezaré toda la noche, mi pobre marido. —Respondió acongojada, y refugiándose en los brazos de Michael.
—Vamos señora la llevaré a casa.
Michael la tomo de los brazos, apartándola de su regazo. En cuanto el dotor los dejo solos Michael le reclamo
—Ahora es cuando puedes fingir como dramática, ni siquiera sabes actuar. —le murmuro.
Ella chasqueo los dientes aparto con brusquedad las manos de su chófer, camino firme y con la cabeza en alto hacia la salida.
Era casi la viuda de Steve, estaba lista para recibir todas las condolencias. Y recibir la inmensa fortuna de los Attaway.
—No está muerto, ¿qué vamos hacer? —Conversaron descuidados en el estacionamiento.
—Primero no llamar la atención de esta manera Gina, y segundo hazle caso al maldito doctor y reza, por qué Dios misericordioso acabe con su sufrimientos llevándoselo de este mundo. —alzo las manos y la mirada al cielo con ironía.
—¿Crees que está sufriendo? —surgía por segundos un poco de inquietud.
—Te amaba con locura, eras todo para él, acaso crees que no tiene el corazón en mil pedazos por encontraste en la cama conmigo.
Michael quería firmar el momento con un beso apasionado, pero Georgina no estaba de ánimos para complacer los instintos animales de su amante. Se quito,
—No lo sé, sentí que no le importo en lo absoluto, no le importo la traición.
—¿A qué te refieres?
—Cuando entro en la habitación, y nos vio estaba furioso, pero hubo un momento un pequeño instante en el que Steve sonrió.
—Es un imbécil, que mas podía hacer, se burlo de su situación, de lo estúpido que era…
—Tu no lo entiendes, él sonrió como si se liberara, él tiene a otra mujer. —conjeturo sintiendo un helado correr por su cuerpo, no imaginaba a Steve siendo infiel, o demostrándole amor a alguien más que no fuer ella.
Eso sembró en ella un pequeño sentimiento de dolor, no era posible que se hubiera enamorado de su esposo, acaso Steve se alegraba de que le fuera infiel.
—Habla con su abogado pregunta si ya tiene todo listo para heredar en caso de que muera y si puedes averiguar quién es su beneficiario hazlo, no vamos a perderlo todo por tus estupideces.—le reprocho Michael con enfadado.
—¿Mis estupideces?, te dije que te detuvieras, pero tal parece que tú amigo no se levanta sin un poco de adrenalina…
—Tú lo disfrutas tanto como yo, no recargues en mi toda la responsabilidad —dijo apretándola de las mejillas y presionado en ella su boca para besarla por la fuerza, tras el agresivo beso la empujo a un lado para quitarla de la puerta de auto. —Vámonos.
Subió al auto. Georgina corrió para subir del otro lado, sería una noche larga pero era mejor pasarla en la cálida y reconfortarle mansión, aquí no podían hacer nada. Ni siquiera entrar para acabar lo que habían comenzado
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