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Introduction
En medio de un engaño y traición, Rashad, el rey de los imperios y el más poderoso del mundo, decide invadir a los reinos que lo traicionaron, por aliarse a sus enemigos.
Nadie sabe que el país de Radin ha sido devastado injustamente, y su princesa Hadassa, ahora reducida a la nada, solo camina totalmente perdida con sus manos atadas observando la devastación de su pueblo alrededor.
Las lágrimas frías no cesan, ella no sabe cuánto tiempo durará su martirio, pero sabe que, al llegar a las tierras de Babel, estará completamente perdida.
No le queda más que levantar la mirada al cielo y pedir a su Dios que tenga un deceso rápido, antes de llegar al horror que le depara su destino…
Porque nadie ha salido ileso después de enfrentar a Rashad, el rey más temido y perverso de todos… y Hadassa no parece ser la excepción para él, hasta que cruza sus ojos con esa mujer diferente, que lo hace replantearse cada uno de los mitos formados a su alrededor…
Esclavitud, guerra y el deseo de poseerla, es el menor de sus problemas…
Nadie sabe que el país de Radin ha sido devastado injustamente, y su princesa Hadassa, ahora reducida a la nada, solo camina totalmente perdida con sus manos atadas observando la devastación de su pueblo alrededor.
Las lágrimas frías no cesan, ella no sabe cuánto tiempo durará su martirio, pero sabe que, al llegar a las tierras de Babel, estará completamente perdida.
No le queda más que levantar la mirada al cielo y pedir a su Dios que tenga un deceso rápido, antes de llegar al horror que le depara su destino…
Porque nadie ha salido ileso después de enfrentar a Rashad, el rey más temido y perverso de todos… y Hadassa no parece ser la excepción para él, hasta que cruza sus ojos con esa mujer diferente, que lo hace replantearse cada uno de los mitos formados a su alrededor…
Esclavitud, guerra y el deseo de poseerla, es el menor de sus problemas…
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#58 Capítulo Extra
#57 Epílogo
#56 Capítulo 56
#55 Capítulo 55
#54 Capítulo 54
#53 Capítulo 53
#52 Capítulo 52
#51 Capítulo 51
#50 Capítulo 49</Chapter Hadassa. CONFESIÓN… Hubo un silencio bastante perturbador en el espacio. Solo me provoco levantarme y correr de aquí, pero los errores se enfrentaban con valentía y se asumían de la misma forma como quería proceder para con Rashad. Ya no era el momento de permanecer en las sombras, era el momento de demostrar que, aunque el amor podía doler, también podía transformar. No podía evitar sentir los nervios correr por todo mi cuerpo, pero levanté mi cabeza y sostuve su mirada que en estos instantes me estaban rompiendo. —Por supuesto conoces a Hadassa… la actual reina de Radin —Labán se levantó de su asiento y colocó la mano en su hombro, pero Rashad no dejaba de mirarme fijamente—. Bueno, la historia de Hadassa es sorprendente… Esta vez el rey se dirigió a los presentes mientras los murmullos no paraban de sonar en mis oídos. —Toda está confusión de la que ya todos sabemos, hizo que la reina de Radin fuese prisionera por un tiempo… en el palacio de mi mejor amigo, Rah… allí es donde vi a la reina por primera vez. Pude notar como Rashad sacudió su hombro para quitar la mano de Labán de su brazo, y al instante lo sentenció oscuramente con su mirada. —No esperaba ver a… la reina de Radin en este lugar… —el comentario de Rashad solo hizo que Labán hiciera un gesto de asombro un poco disfrazado. —Radin es nuevamente nuestro aliado, Rashad… y nuestras alianzas siguen en pie como con mi respetado al gran Uriel… es evidente que también será mi invitada especial, así, tanto como tú… Pasé un trago cuando la mandíbula de Rashad se endureció, y la mano de Labán le ofreció la silla que exactamente quedaba frente a mí. Lo vi dudar por un momento detallando su comida, y luego evitó mirarme a toda costa durante el almuerzo. —Siempre será bienvenida a nuestras reuniones, reina Hadassa… —dijo alguien al final de la mesa, pero no me atreví a mirar. Asentí con la cabeza gacha y luego tomé nuevamente el cubierto entre mis dedos. Aunque anteriormente tuve apetito, todos estos minutos que transcurrieron desde que Rashad hizo presencia, hizo que todo esto se fuera y me doliera el estómago. Ahora estaba comiendo solo para tener que hacer alguna cosa, y cuando vi a uno que otro levantándose, me di cuenta de que estuve aislada a las conversaciones que se gestaron en la mesa durante mucho tiempo. Había llegado el momento en que todos nos reuniríamos en una sala para discutir el tema por el cual habíamos sido invitados, lo supe porque alguien vino a anunciarlo, y en cuanto todos comenzaron a retirarse en la mesa, guiados por unos lacayos, me levanté muy despacio para girarme hacia Gamal. Sin embargo, cualquier cosa que pude decirle a mi consejero se vio interrumpido por el rey Labán. —Hadassa… su consejero se quedará fuera del salón. Solo están autorizados a entrar los gobernantes… —asentí para él, pero sentí como la mirada de Rashad a su lado estaba clavada en mí. —Entonces iré en un minuto… señor. Debo hablar con mi consejero primero… El hombre me dio una sonrisa y tomando nuevamente a Rashad del hombro, comenzó a caminar con él. Cuando vi que ambos desaparecieron de mi campo de visión, me precipité para mirar a Gamal. —En cuánto está reunión termine, nos iremos de inmediato. Avisa a los guardias para que estén preparados y que los caballos estén listos. —No se preocupe, majestad, usted no corre algún peligro. A pesar de la fama de este hombre, hay gente importante aquí presente, no muestre miedo. Usted es tan importante como todo ellos… Por primera vez en mucho tiempo mi sonrisa se ensanchó mientras asentí para él. —Gracias… —tomé su brazo y lo apreté y luego comencé a caminar rápido para llegar pronto a la reunión. El pasillo pareció estar solo y me confundí un poco hacia donde debía ir. Quizás habían olvidado dejar a alguien para guiarme, pero cuando llegué a un punto sin salida, supe que tenía que devolverme para tomar otro camino. Mi cuerpo chocó prontamente con alguien, pero antes de que mis pies se corrieran hacia atrás por el golpe, esos brazos sujetaron mi cintura y me atajaron hacia él. Estaba cara a cara con Rashad, y en esta oportunidad, no luché por quitarme de su agarre, y de inmediato, mis brazos lo envolvieron al instante. —Lo siento… —expulsé de mis labios, entre tanto sentí la tensión de su cuerpo. Pude sentir como luchó por quitarme de su agarre, su aliento estaba acelerado y era evidente su enojo, pero en vez de quitarme del abrazo, él lo intensificó más uniendo todo su cuerpo al mío. El alma literalmente me volvió al cuerpo, y aunque esté no era el lugar ni el momento, metí mi rostro en su cuello y aspiré su aroma mientras mis labios tocaron su piel. Era como volver al principio, volver a la vida, y entender que mi lugar estaba a su lado. Era irracional, pero no había otra manera para mí. De forma inmediata su sola mano vino a tomar mi rostro para hacer que lo mirara. —¿Qué estás haciendo aquí? —negué rápidamente. —No es lo que crees… debo hacerme cargo de los asuntos de Radin, yo debo asumir… —No… —él apretó sus palabras interrumpiendo mientras su enojo crecía en sus ojos—. No en medio de todos estos hombres que solo buscarán arruinarte… Lo miré con confusión. —¿Qué? —Labán es un maldito cerdo… y te lo advertí… dije que no vinieras. Apreté mi mandíbula. —Créeme, he enfrentado a reyes malvados, esto no es una novedad. No puedo quedarme encerrada en mi reino, tú sabes lo que debo hacer… —Hadassa… no me retes, no quiero verte en medio de estos hombres. —¿Y qué haré? ¿Vas a gobernar tú también Radin por mí? ¿Querrás lo mejor para mi pueblo? —Me importa una mierda tu pueblo… —esta vez su tono fue duro—. Pero tú y mi hijo… Se quedó callado por un momento y luego tocó mis labios para empezar a susurrar mientras su aliento se estrellaba todo el tiempo en mi rostro. —Tú estás clavando mi propia tumba, me harás débil ante los demás, solo quieres mostrarles a mis enemigos que pueden joderme la vida por medio de ti, Hadassa… ¿Por qué? —su cuerpo se removió abruptamente y luego vi como tomó su daga personal en sus manos y apretó las mías haciendo que la tomara—. Hazlo ahora, y no dejes que lo haga otra persona… Quité mis manos de las suyas, y luego me atreví a tomar su rostro. —No solo estoy aquí por mi pueblo, Rashad… también estoy aquí por ti… —¡Pero estás jodiendo todo! —su puño se estrelló en la pared muy cerca de mí, y luego mis labios temblaron. —Sé que me has dejado ir… sé que… —puse la mano en su pecho, mientras su mirada se hacía cada vez más dura—. Sé que quieres protegernos… pero, no quiero irme ahora, no quiero irme de tu lado… yo… —Señor… —ambos nos giramos, y yo me separé rápidamente de su lado cuando vimos al mismo hombre, el general que nos recibió en la entrada—. El rey Labán pregunta por ustedes… están esperando para comenzar. Di unos pasos asintiendo. Pero la mano de Rashad se envolvió en mi brazo deteniéndome. —Que espere unos minutos más… vamos en un momento. Ese general pareció ofendido ante su respuesta, pero dando un asentimiento, comenzó a caminar en retroceso, y luego se giró para irse. —¿Estás loco? —pregunté precipitada y él me mostró su sonrisa irónica. —No soy el loco aquí… ¿Tú quieres formar otra guerra…? ¡Pues me tendrás matando a todos en esta maldita pelea, Hadassa…! Rashad pasó por mi lado, y casi corrí para alcanzarlo y abrazarlo por detrás. —No quiero esto, yo… ¡Te amo…! —su cuerpo se congeló, y dejando de caminar, vino a posar sus manos tranquilamente en las mías. Hubo un silencio entre nosotros, y luego, lo vi girar lentamente. —¿Qué has dicho? —su mirada confundida y aterrada solo me alertó un poco. Esta era la primera vez que veía esta expresión en él. El miedo dominaba todo su rostro. Sus labios pálidos, más sus ojos tan azules como el océano, llegaron a los míos, y allí mismo escuché como un trago duro pasó por su garganta. —Es imposible… —No lo es… —tomé rápidamente su mano y la posicioné en mi pecho. Esto fue una doble daga para mí misma, porque sentir sus dedos en mis pechos abultados, fue como si una descarga grande apremiara mi cuerpo entero—. Nunca quise esto, lo juro… pero no pude evitarlo, Rashad… tú sí puedes ser amado de verdad… y alguien si puede ser leal a ti no por miedo, sino porque te ama, y teme perderte… La rojez en sus orbes fue evidente, y su respiración me comprobó que estaba sofocado. Había una lucha demasiado grande en su mirada, y luego de qué lo vi mirar hacia todas partes, solo sentí un tirón, mientras todo su cuerpo me guio en la dirección contraria a la que ese general había tomado… —¿Qué haces? ¿A dónde vamos? <Chapter>Capítulo 50
#49 Capítulo 48
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